Con una clara vocación de servicio y compromiso hacia la comunidad, 22 jóvenes misioneros de tiempo completo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se integrarán voluntariamente al trabajo de la guardia municipal de transporte en la ciudad de El Alto. Desde el miércoles 4 de diciembre, estos jóvenes empezaron a apoyar en el control del tráfico vehicular como parte de un esfuerzo conjunto entre la Iglesia y el Gobierno Autónomo Municipal de El Alto (GAMEA).
Luego de recibir una capacitación intensiva de tres días sobre señalización, uso de conos y silbato, los misioneros estarán desplegados en puntos estratégicos como Río Seco la avenida Juan Pablo II. Durante esa semana, trabajaron en turnos de 12:00 a 14:00, ayudando a mejorar la seguridad vial en estas concurridas arterias.
“Ellos van a apoyar a la guardia municipal en estas tareas, y destacamos su disposición, disciplina y actitud de servicio. Vienen desde diferentes países no solo a predicar, sino también a contribuir al bienestar de nuestra ciudad,” destacó Nelson Valdivia Rojas, instructor de la guardia municipal de transporte.
Compromiso con la comunidad
Los misioneros, provenientes de diversas naciones como Colombia, Perú, Estados Unidos y México, combinan su servicio religioso con iniciativas sociales que reflejan los valores enseñados por Jesucristo. El élder Prent, uno de los misioneros participantes, expresó: “Animamos a todos a respetar las normas de tráfico y cuidar la seguridad de las personas. Este servicio es una forma de protegernos mutuamente y contribuir al bienestar de la ciudad.”
Práctica y evaluación
Durante los próximos días, los misioneros serán evaluados para determinar su continuidad en esta labor durante el mes de diciembre, un periodo de alta actividad vial debido a las fiestas de fin de año. Este esfuerzo es parte de un proyecto más amplio de cooperación entre La Iglesia y las autoridades locales, demostrando cómo el servicio voluntario puede generar un impacto positivo en la comunidad.
Estos jóvenes misioneros dedican entre 18 y 24 meses de sus vidas al servicio de Dios y las comunidades a las que son asignados, integrándose a través de actividades sociales, culturales y espirituales. En Bolivia, La Iglesia está presente desde hace 60 años, promoviendo valores de fe, amor y servicio.