Nota de prensa

Mujeres de la Iglesia: ¿cómo aplican el evangelio en sus vidas?

Cuatro mujeres miembros de la Iglesia en Perú nos comparten parte de su historia y cómo aplicaron el evangelio ante las dificultades.

Cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, y en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, las mujeres ocupan un lugar trascendental. Por ello consultamos con algunas mujeres de la Iglesia, con diferentes realidades, pero con algo en común, su fe en el evangelio de Jesucristo y su fervor para aplicarlo en la vida cotidiana.

Cinthia Rafael Amaya, es de Trujillo, pertenece al Barrio El Bosque, de la estaca Palermo, es consultora de historia familiar, maestra de preparación para el templo y obrera en el Templo de Trujillo, es soltera y tiene una historia de vida basada en el esfuerzo, la superación y la aplicación del evangelio, “conocí el evangelio a los 14 años, mi padre falleció repentinamente por cáncer, mi hermana tenía dos años y mi madre quedó muy afectada emocionalmente, de hecho quedamos literalmente en la calle. Desde esa edad me puse a trabajar y eso me ayudó a colaborar con mi mamá, quien trabajaba mucho, eso me inspiraba y motivaba para superarnos. Como ella trabajaba en una empresa de espárragos, siempre nos hablaba de los ingenieros y a veces soñábamos con que podamos estudiar ingeniería, pero era algo que lo veíamos muy lejano por la situación que vivíamos”.

“Estudié una carrera técnica y logré trabajar en diversas labores y a sacar adelante a mi familia, mi mamá se sentía mejor. Por fin logramos la estabilidad económica que necesitábamos. Luego a los 24 años sentí salir a la misión, dejé un puesto muy bueno y también los estudios en la universidad, fue difícil, pero era una forma de agradecer a Dios por todo lo que nos cuidó y las oportunidades que nos brindó para mejorar nuestra economía. Al regresar a casa tras la misión, encontré trabajo rápidamente, pero también me puse a estudiar, a pesar que sentía que me faltaría el tiempo, sin embargo busqué darme espacios para mi familia y claro, asistir a la Iglesia”.

“Uno de esos días me invitaron para ingresar a trabajar en una empresa con mucha proyección a futuro. Yo estaba estudiando Ingeniería Industrial en ese entonces. La empresa era de un rubro nuevo (gas natural) y sentí que tenía la posibilidad de desarrollarme profesionalmente en esa organización. Empecé desde el área de ventas y poco a poco fui escalando. Luego me gradué como ingeniera y pude ser promovida a puestos de gerencia. Nuestro sueño de años se volvió realidad. Siempre me he percatado que pagar el diezmo fue la clave para que todo se diera. De esta manera empecé a tener mejores cargos, a ascender en puestos, pero también me esforzaba en tener una vida equilibrada entre el trabajo, la familia y la Iglesia”.

“Luego de recibir tantas bendiciones y mi madre estar muy feliz al ver cómo mejoraron las cosas, llegó la pandemia, y mi madre lamentablemente falleció. Fue doloroso porque sentí que fue muy poco el tiempo que pudimos disfrutar cuando alcanzamos la estabilidad económica que tanto nos costó. Recuerdo que junto a mi hermana todo lo hacíamos por mamá, ella era nuestra inspiración, y nos afectó mucho su muerte. En ese momento me sentí algo confundida, como si la vida fuera injusta, pero luego comprendí que esto es parte del Plan de Dios. Ahora lidero en mi hogar, ayudo a mi hermana, tenemos proyectos y me empeño en no faltar nunca a la Iglesia”.

Cristina Inciso, asiste al Barrio Fiori en la estaca El Trébol, es maestra de Escuela Dominical, y vive con su hijo adolescente que pronto terminará la secundaria, “el evangelio me ayudó mucho a afrontar mi divorcio. Me permitió criar a mi hijo con valores y principios, algo que me daba tranquilidad a pesar de los problemas que presenta el mundo. Las enseñanzas de Jesucristo me dieron sentimientos de fortaleza y seguridad en el futuro. Eso nos ayudó tanto a mi hijo como a mí, a seguir adelante en todas nuestras metas, siendo perseverantes y optimistas. Ahora afrontamos la vida con otra perspectiva y eso es reconfortante”.

Por su parte, Merjory Lossio, del Barrio Huandoy en la estaca Naranjal, es presidenta de las Mujeres Jóvenes (entre 12 y 17 años) a nivel de estaca, ella es casada, tiene tres hijas, “actualmente me encuentro estudiando ciencias publicitarias y tengo una empresa Backing Enterprise, una empresa dedicada al rubro del marketing digital la cual dirigimos con mi esposo. Este emprendimiento salió a raíz de la pandemia y nos tuvimos que quedar en casa, en ese entonces nos comunicamos con algunos amigos que tenían sus negocios y empezamos a administrar sus redes sociales, a la vez el Señor me bendijo llamándome como maestra de institutos.”

“Esta experiencia me permitió seguir nutriendo mi testimonio y fortalecer mi fe, pero sobre todo, ayudar a los jóvenes a tener experiencias espirituales; realmente todo ello fue muy gratificante. Al cabo de algunos meses me llamaron como presidenta de las Mujeres jóvenes de la Estaca Naranjal, fue una sorpresa pero también comprendí que el Señor me estaba preparando para este momento. Ahora tengo muchas hermosas hijas espirituales que las amo con todo con mi corazón, actualmente sigo con este llamamiento, estudio, trabajo, soy mamá, esposa y definitivamente estoy muy feliz y agradecida con el Señor por todas estas experiencias y bendiciones, pero sobre todo, porque siempre hay tiempo para cumplir con todo, tanto en las cosas espirituales como con las temporales”.

Jenny Aguilar, asiste al Barrio Las Viñas, de la estaca La Molina, es maestra de Sociedad de Socorro. Ella es casada, tiene un hijo y es emprendedora, “cada mujer en el mundo tiene cualidades divinas y me siento bendecida por conocer a Jesucristo desde niña, el evangelio ha sido mi fortaleza para aferrarme a Él en los momentos difíciles de mi vida. Agradecida por la responsabilidad divina que tengo para con mi hijo y mi hogar, agradecida por desarrollar los talentos y servir a otros con ellos. Me hace feliz lo que tengo y por ello agradezco”.

“Gracias a Dios pude generar mi propio empleo que amo tanto, es una agencia de viajes llamada Peruvian Legacy Travel. Luego los fines de semana me encanta preparar postres que es otra de mis pasiones”.

Cifras sobre la mujer en el Perú

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicó que al 2023 la población femenina en el Perú llegó a la cifra de 16 millones, representando el 50.4 % de la población total del país.

De acuerdo con la edad, del total de mujeres, el 23.5 % son menores de 15 años (3 millones). El 52 % tiene de 15 a 49 años, es decir, se encuentra en edad fértil (8 millones); el 10.3 % tiene entre 50 y 59 años de edad (1 millón) y el 14.2 % son mayores de 60 años de edad (2 millones ).

Mujeres como cabeza de familia

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), el 35.9 % de los hogares del país son encabezados por mujeres. Por tipología de hogar, se aprecia que el 54.1 % de los hogares encabezados por mujeres son nucleares, es decir, compuestos por la mamá, el papá y los hijos. En tanto, el 19.9 % de los hogares que encabezan las mujeres son unipersonales y el 18.6 % son extendidos, entre otros.

Mujeres y el internet

Por grupos de edad, el 90.4 % de las mujeres jóvenes de 19 a 24 años de edad utiliza esta tecnología; en aquellas de 12 a 18 años representa el 89.4 %; en las de 25 a 40 años la proporción es de 81.6 %; de 6 a 11 años el 72.7 %; de 41 a 59 años el 59.9 %; y entre las mujeres mayores de 60 años que usan internet esta proporción es del 25.1 %.

Mujeres con estudios universitarios

De acuerdo a un estudio de Sunedu, se revela nuevas tendencias en el sistema universitario peruano en cuanto a género. El primero de ellos es que, en los últimos años, egresan más alumnas que alumnos de las aulas universitarias, con un 54% de mujeres y un 46% de hombres, según el III Informe Bienal de la Sunedu.

En este escenario, las mujeres tienen además mayores oportunidades de acceso temprano a la educación superior, con un 30,8% para las mujeres frente a un 26,1% de los hombres. Dicho acceso está condicionado, además, por variables como el nivel de gasto, el nivel educativo alcanzado por la madre y/o padre, el origen indígena y el nivel de carga familiar.

El estudio encontró que el hecho de tener padres sin educación superior completa reduce más las posibilidades de contar con estudios superiores entre hombres que en mujeres (33,7 puntos de distancia entre los que sí cuentan con padres con educación superior completa en hombres, versus 25,3 en las mujeres). En el caso de las mujeres, el provenir de hogares con alta dependencia familiar afecta el acceso a la educación superior en casi 15,8 puntos menos que las que tienen baja dependencia, versus sólo 5,7 puntos entre los mismos perfiles de los hombres. Es decir, que el menor capital educativo afecta más a los varones en sus probabilidades de ingreso mientras que, en el caso de las mujeres, el factor que más afecta su acceso es la dependencia familiar.

Rubros educativos altamente masculinizados y feminizados

El informe de Sunedu halló que carreras relacionadas a tecnología de la información y comunicación están altamente masculinizadas con tan solo 14 mujeres por cada 100 estudiantes, frente a 30 en ingenierías, industria y construcción.

En otros campos, carreras de la salud y bienestar están altamente feminizados, con solo 28 varones por cada 100 estudiantes, y 30 por 100 estudiantes en el rubro de educación. Particularmente, las carreras con el más alto desbalance de género y predominancia masculina son aquellas de Mecánica y metalúrgica o Electrónica y automatización, con menos de 1 mujer por cada 10 estudiantes, mientras que carreras dedicadas al cuidado como Educación inicial, educación especial y obstetricia, cuentan con 0,5 varones por cada 100 estudiantes.

Dicha polarización crea culturas laborales excluyentes en carreras con alto desbalance de género en su alumnado, que se extenderán durante el desarrollo profesional de las egresadas y egresados, afectando sus oportunidades laborales, reconocimientos e ingresos.

Este último factor, el de ingresos salariales, se mantiene desde hace décadas como uno de los puntos críticos entre egresadas y egresados: en general, en Perú, las mujeres con educación superior ganan entre un 20 y un 22% menos que hombres por el ejercicio de la misma carrera, mientras que para aquellas/os egresadas/os de universidades privadas societarias, la distancia de ingresos alcanza el 27%.

Por otro lado, se encontró que durante la crisis sanitaria del Covid-19, el subempleo invisible tuvo un alza de casi el doble en las mujeres en relación a sus pares varones, siendo que los salarios de las mujeres se redujeran en 28% mientras que los varones en un 22,8%.

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