Comunicado de Prensa

Nació Jesucristo y cambió el mundo

La noche del nacimiento de Jesucristo en la ciudad de Belén fue la ocasión del cumplimiento de muchas profecías desde la creación del mundo mediante profetas de Dios. Durante los siglos previos se habían indicado varias señales que acompañarían la llegada del infante que fue llamado a redimir al mundo. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” (Isaías 9:6)

Durante toda la historia del mundo no había nacido alguien como Él. El Mesías había descendido al mundo para cumplir la voluntad de Dios. “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella [María] había de dar a luz. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lucas 2:6-7)

Además de las señales proféticas, Dios escogió testigos para dar a conocer el acontecimiento. No seleccionó a los principales de la comunidad, ni a los notables, ni a los que gobernaron, sino confió en sencillos pastores para declarar que el Redentor ya había llegado. “Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado. Y vinieron de prisa y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron se maravillaron de lo que los pastores les decían.” (Lucas 2:15-18)

Él, que estaba destinado a ser Rey del Mundo, vino bajo circunstancias humildes y a través de una madre escogida que “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. (Lucas 2:19) Jesucristo cambió al mundo y proveyó las condiciones para la salvación de todos los que deseen aprovechar dichas bendiciones mediante Su Evangelio.

 

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