Hace algunos años, un grupo de amigas estaban cenando juntos en Navidad, lamentando el ajetreo de la temporada. Con exasperación y quizás un poco de resentimiento, hablaron de horarios agitados y cargas pesadas. Después de escuchar pacientemente, una mujer sabia y experimentada ofreció humildemente su opinión. "Me encanta la Navidad", dijo. “Es la más alegre de todas las estaciones. Me encanta ver cómo se iluminan los ojos de los niños pequeños la mañana de Navidad. Amo dar regalos. Amo estar con mi familia. Solo tenemos que simplificar y recordar lo que estamos celebrando".
Como por arte de magia, sus palabras cambiaron el tono de la conversación y los corazones de sus amigas.
Muchos de nosotros podemos relacionarnos con aquellos que se sienten abrumados en Navidad. Pero también podemos beneficiarnos del optimismo de esta sabia mujer. Después de todo, hay mucho que amar de la Navidad: las luces, las decoraciones, la música, los regalos y las reuniones pueden inspirar alegría si les permitimos que nos señalen una noche silenciosa en Belén, a los “pastores que vigilan sobre sus rebaños de noche”, a un “niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”, y al ángel que anunció su nacimiento.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
En muchos sentidos, esa mujer alegre que compartió sus sentimientos sobre la Navidad se parecía mucho a ese ángel. En otra ocasión dijo sobre la temporada navideña: “Me encanta todo. … A través de todo esto hay una creciente conciencia del Salvador. Seguramente volveremos a leer acerca de Su nacimiento en Lucas. Cantaremos y escucharemos todo tipo de música sobre él. ... Pero, ¿qué significa todo si no nos hace algo por dentro? ".
En esa noche santa y silenciosa, el ángel declaró que la Navidad era una época de "buenas nuevas" y "gran gozo", destinadas a "todas las personas". Seguimos a Aquel cuyo nacimiento celebramos cuando compartimos ese gozo con familiares, amigos e incluso extraños. Así nosotros, a nuestro pequeño modo, nos unimos a las “huestes celestiales” que cantan “!Aleluya! ¡Cristo, el Salvador, ha nacido!".
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)