Cada uno de nosotros tiene una historia de fondo: las experiencias, los eventos y las decisiones que nos ayudaron a convertirnos en las personas en las que nos hemos convertido. Una de las mejores maneras de entender a una persona, incluso a alguien con quien no estamos de acuerdo, es conocer su historia. Henry Wadsworth Longfellow lo expresó de esta manera: "Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en la vida de cada hombre tristeza y sufrimiento suficientes para desarmar toda hostilidad" (véase "Obras en prosa de Henry Wadsworth Longfellow: completas en dos volúmenes", publicado en 1873). Aunque la mayoría de nosotros no nos vemos como enemigos, el sentimiento es claro. Es mucho más difícil que no te guste una persona cuya historia entiendes.
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Por ejemplo, un hombre parecía tener dificultades para conectarse con otras personas. No era muy fácil hablar con él; tenía opiniones muy firmes sobre casi todo. Mucha gente lo encontraba desagradable o aburrido. Pero un vecino hizo el esfuerzo de convertirse en su amigo. Escuchó más que juzgó; comprendió en lugar de despedirse. El amable vecino explicó: "Aprendí hace mucho tiempo que todo el mundo tiene una historia que contar, y cuanto más conozco a una persona, más me gusta".
Esta misma experiencia se ha repetido innumerables veces en innumerables lugares. Quizás lo hayas vivido. Comienza cuando abres tu corazón lo suficiente como para decirle a alguien, con muchas palabras: "Cuéntame tu historia", y entonces realmente buscas escuchar. Escucharás algunas historias que te sorprenderán y otras que te inspirarán y te harán humilde.
A medida que escuchamos con empatía y compasión, llegamos a ver a los demás de manera muy parecida a como deberíamos vernos a nosotros mismos: algunas fortalezas y debilidades, algunos éxitos y reveses, algunos momentos brillantes en los que realmente éramos lo mejor de nosotros mismos, y algunos errores y arrepentimientos. Las diferencias insignificantes entre nosotros comienzan a desvanecerse, dejando las experiencias, esperanzas y deseos comunes que unen a nuestra familia humana. Por supuesto, lo más probable es que permanezcan algunas diferencias significativas, pero no parecerá que valga la pena arruinar una posible amistad por ellas. De hecho, el privilegio de llegar a entender mejor a alguien, y tal vez incluso encontrar un nuevo amigo en el proceso, se convertirá en un nuevo capítulo importante en nuestra propia historia de fondo, ayudándonos a cada uno de nosotros a convertirnos en personas más amables y compasivas.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)