Julieta preguntó: "¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce" ("Romeo y Julieta", por William Shakespeare, Acto 2, Escena 2, líneas 85-86). Esta famosa frase de "Romeo y Julieta" de Shakespeare es intrigante y correcta; Una rosa huele a rosa independientemente de cómo la llamemos. Pero cuando se trata de nuestro Salvador Jesucristo, el poder se encuentra en Su mismo nombre.
Hace unos años, tuve el privilegio de visitar a alguien a quien admiro profundamente. Este hombre había dedicado mucho tiempo y esfuerzo para llegar a conocer verdaderamente a su Salvador. Le pregunté qué había hecho por él el tiempo que había pasado estudiando la vida de Jesucristo. Después de una pausa pensativa, respondió, con la voz llena de emoción: "Ha convertido mi desesperación en esperanza".
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De la desesperación a la esperanza, de la belleza a las cenizas (véase Isaías 61:3): esto y mucho más es posible gracias a Jesucristo. Al orar al Padre con nuestras fuerzas para llegar a conocer más acerca de Jesucristo, invitamos al poder incomparable de Cristo a nuestra vida. A través de nuestra comunicación personal con Dios, descubrimos que hay poder incluso en la sagrada y humilde pronunciación del nombre de Jesucristo. A medida que procuramos hacer cosas en Su nombre, nuestro testimonio de Su nombre crece. Y así nos reunimos y adoramos, oramos y cantamos, nos arrepentimos y confiamos, todo en Su nombre.
A Jesucristo no se le conoce por un nombre o título, sino por docenas más. Estos nombres y títulos expresan lo que Su poder habilitador puede hacer por cada uno de nosotros. Por ejemplo, Él es:
- Nuestro Abogado ante el Padre.
- Nuestro Consejero en tiempos de necesidad.
- El Príncipe de la Paz en los momentos de miedo.
- El Autor y Consumador continuo de nuestra fe.
- El Pastor y Obispo de nuestras almas.
- La Luz del Mundo.
(Véase "50 nombres y títulos de Jesucristo", ChurchofJesusChrist.org.)
Entonces, ¿qué hay en un nombre? Cuando se trata del nombre de Jesucristo, todo. Sus títulos y nombres nos recuerdan Su papel divino en nuestras vidas: brindarnos esperanza, sanación, transformación y salvación.
Él es nuestro Salvador. Él es nuestro Redentor. Él es el Cristo.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)