Nota de prensa

Ser mejores que cuando empezamos

No importa lo que la gente haya logrado en el pasado, la vida es una búsqueda continua para ser mejores, incluso mejores espiritualmente, para ser más amables, más esperanzados y más amorosos

En 1978, el premio Nobel Aleksandr Solzhenitsyn habló en la ceremonia de graduación de Harvard. Los estudiantes en la audiencia tenían motivos para estar orgullosos de sus logros. Se estaban graduando de una de las universidades más prestigiosas del mundo. El éxito futuro, al menos según los estándares comunes, probablemente parecía asegurado.

A esta consumada audiencia, Solzhenitsyn hizo un recordatorio crudo y directo: "Nacimos para morir". Y como ese es el caso, continuó, entonces nuestra “tarea en la tierra evidentemente debe ser de naturaleza más espiritual [que simplemente ser feliz]. No puede ser el disfrute desenfrenado de la vida cotidiana. No puede ser la búsqueda de las mejores maneras de obtener bienes materiales y luego aprovecharlos alegremente al máximo. Tiene que ser el cumplimiento de un deber permanente y serio para que el viaje de la vida de uno se convierta en una experiencia de crecimiento moral, para que uno pueda dejar la vida siendo un ser humano mejor que el que la empezó” (ver “Un mundo dividido”, Harvard Discurso de graduación universitaria, 8 de junio de 1978, americanrhetoric.com).

Es un buen consejo para los graduados universitarios de alto rendimiento y para todos nosotros. No importa lo que hayamos logrado en el pasado, la vida es una búsqueda continua para ser mejores. Y dado que la vida en la tierra es temporal, esa búsqueda se sentiría vacía si no nos mejorara espiritualmente. Esta es una búsqueda espiritual e incluye no sólo volverse más inteligente y productivo, sino también más gentil, más amable, más paciente, más esperanzado y más amoroso. Ésa es la búsqueda de toda una vida.

Esta búsqueda requiere que aprendamos la diferencia entre lo temporal y lo permanente. En el camino, llegamos a comprender que entre esas cosas permanentes se encuentran los recuerdos, las relaciones, la sabiduría y el amor. Llegamos a ver que la bondad y la compasión nos sobreviven, que las personas importan más que las cosas, que Dios es real y Él es más importante que todo. Descubrimos la verdad del proverbio bíblico: “Es más escogida la buena reputación que las muchas riquezas, y la gracia más que la plata y el oro” (Proverbios 22:1).

La educación superior es una bendición. Pero la educación más elevada llega cuando nos esforzamos por nutrir nuestra fe en Dios y hacer crecer nuestra naturaleza moral y espiritual para que podamos dejar esta vida como mejores seres humanos de lo que éramos cuando empezamos.

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