El domingo 27 de febrero de 1977, el Coliseo Amauta de Lima congregó a un aproximado de 7900 personas, quienes se reunieron fielmente para escuchar la voz del Señor a través de su escogido profeta: Spencer W. Kimball, quien dejaría una huella imborrable en el corazón de todos los Santos de los Últimos Días en el Perú.
Fue el mismo presidente Kimball quien, en la conferencia general de abril de 1981, anunciaría la construcción del primer templo en nuestro país: el templo de Lima, ubicado en La Molina. Hoy, 39 años después, Perú ya cuenta con tres templos en funciones y uno más en construcción, el cual también estará en Lima: el templo de Los Olivos.
Asimismo, fue bajo la dirección del presidente Kimball cuando el Libro de Mormón fue impreso en quechua por primera vez en el año 1979. De los 25 idiomas en los que se encontraba disponible cuando fue llamado como profeta, el número de traducciones incrementó a 76 al término de su ministerio terrenal en 1985.
- Spencer W. Kimball: 125 años de un legado eterno
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- Un día como hoy, en 1895, nació Spencer W. Kimball, duodécimo presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y el primer profeta en llegar a territorio peruano
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Además, uno de los acontecimientos más trascendentales en la historia de la Iglesia ocurrió durante la guía e inspiración profética del presidente Kimball: la extensión al sacerdocio a todo el género humano, sin acepción de personas. El presidente Gordon B. Hinckley, entonces miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, expresó sus sentimientos respecto a aquella divina revelación:
“En la sala se percibía una atmósfera de solemnidad y santidad. A mí me pareció como si se hubiera abierto un conducto de comunicación entre el trono celestial y el suplicante Profeta de Dios arrodillado y rodeado de sus hermanos… Por el poder del Espíritu Santo, todos los hombres que nos hallábamos en aquel círculo sentimos y supimos la misma cosa… Ninguno de los que estábamos presentes en aquella ocasión volvió a ser la misma persona después de eso. Tampoco la Iglesia ha vuelto a ser exactamente lo mismo”.
Así, en junio de 1978, la Primera Presidencia declaró que eran “conscientes de las promesas hechas por los profetas y los presidentes de la Iglesia que nos precedieron” que “todos nuestros hermanos que son dignos pueden recibir el sacerdocio”.
Desde diciembre de 1973 hasta noviembre de 1985, Spencer W. Kimball sirvió como profeta vidente y revelador de la Iglesia de Jesucristo. Su historia como siervo del Señor, sin embargo, abarcó su vida entera en la causa de Dios.
Spencer Woolley Kimball nació el 28 de marzo de 1895 en Salt Lake City, Utah. Llegó a servir como misionero, obispo y presidente de estaca antes de su llamamiento al apostolado en 1943. Su ética laboral era legendaria, a pesar de una serie de enfermedades graves, entre ellas un ataque cardíaco y cáncer de garganta. Instó a los miembros a alargar el paso, y su lema personal sencillamente era: “Hazlo”. Debido a su salud, algunos pensaban que la administración de Spencer W. Kimball como Presidente de la Iglesia sería breve, pero presidió durante doce años, tiempo durante el cual se duplicó el número de templos en funcionamiento y aumentó en un 50 por ciento el número de misioneros alrededor del mundo.
Hoy, en tiempos de incertidumbre y angustia ante la pandemia del COVID-19 que ha provocado también muchos ajustes temporales dentro de la Iglesia, podemos recordar las enseñanzas del presidente Kimball sobre la esperanza que nos proporciona la plenitud del Evangelio, precisamente, en tiempos de adversidad y tribulación:
“Nuestra visión es limitada. Con los ojos podemos ver solo unos pocos kilómetros hacia adelante; con los oídos podemos oír solo durante unos pocos años. Estamos encerrados, enclaustrados en un cuarto, por así decirlo, pero cuando nuestra luz de esta vida se apague, entonces veremos sin limitaciones terrenales…
“Al entrar en la eternidad, las paredes se derrumban, el tiempo llega a su fin y la distancia se esfuma y se pierde… e inmediatamente salimos a un mundo grandioso en el cual no existen las limitaciones terrenales”.
Después de 42 años sirviendo como apóstol del Señor y casi doce como Presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball falleció el 5 de noviembre de 1985. Para describir su eterno legado, el Elder Neal A. Maxwell, dijo: “El ministerio de este hombre estuvo impregnado de la calidez que lo rodeaba. La mirada penetrante pero amorosa de sus ojos, su abrazo, su beso santo, su ternura —que muchas personas sintieron—, todo ello creaba un aura bien merecida a su alrededor, no de inaccesibilidad, sino de una calidez especial. Su amor incluía a todos; nadie jamás se sintió dejado de lado”.