Tiernas misericordias

A veces hay cosas en la vida que nos suceden con tanta vertiginosidad y en forma tan inesperada que nos cuesta encontrarles sentido. Muchas de ellas son incidentes que no están relacionados entre sí, y a los cuales se les llega a ver como mera coincidencia.

Pero esa manera de ver la vida subestima el poder de lo que las Escrituras llaman las tiernas misericordias del Señor. El salmista escribió: “Clemente y [compasivo] es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus tiernas misericordias están sobre todas sus obras”.

Eso no quiere decir que Dios controla de forma excesiva el mundo o nuestras vidas, pero tampoco deja de prestar atención a Sus hijos. Como el sabio y amoroso Padre que es, encuentra maneras —grandes y pequeñas, excelsas y rutinarias— de expresar Su amor e interés. Nosotros no siempre advertimos Sus tiernas misericordias, pero Él nunca deja de extenderlas. Si miramos con ojos de fe, podremos ver Su divina influencia en muchos momentos de nuestras vidas.

Un automóvil conducido por una mujer quedó parado en una agitada intersección. Varios conductores se acercaron para mover el vehículo al costado de la calle y hacer que arranque. Esa fue una tierra misericordia. Los padres de una chica que se mudó a un nuevo vecindario, oraron para que ella encontrara buenos amigos. La noche antes de su primer día en la nueva escuela, una joven vecina le envió un texto y le dijo que le guardaría un lugar junto a ella en el comedor del colegio. Esa fue una tierna misericordia. Un hombre mayor gravemente enfermo recibió una llamada de su nieta cuando más la necesitaba. Eso también fue una tierra misericordia.

Pero, ¿qué hay de los momentos difíciles, los pesares y las angustias? ¿Está Dios también presente en ellos? De hecho, muchas personas sienten que Él es más generoso con Sus tiernas misericordias en los momentos más arduos, cuando más las necesitamos. Las tiernas misericordias rara vez nos liberan de la adversidad, sino que nos ayudan a verla de un modo distinto. Nos abren el corazón al consuelo y al apoyo que nos brinda el Señor. También nos abren los ojos, permitiéndonos ver que, aun durante esos momentos cruciales, Dios no estaba muy lejos.