Es difícil negar que vivimos en un mundo agitado. Por todas partes nos acometen eventos inquietantes como guerras, pobreza, y desastres naturales. En medio de esas tragedias, es inspirador ver a personas compasivas ir al rescate; y tratar de satisfacer necesidades esenciales como las de dar alimento y refugio, pero que también ofrecen algo menos tangible aunque igualmente esencial, como esperanza, la cual, a menudo, nace de la fe en Dios.
La gente necesita fortaleza física para reconstruir sus hogares, pero requiere fortaleza espiritual para reedificar su futuro. El alimento da sostén a la vida, pero la espiritualidad le da sentido.
Hace casi 100 años, el mundo se hallaba en medio de un tipo diferente de desastre —una crisis económica que sería conocida como la gran depresión. Al hacer frente el Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, a la tarea de reconstruir la nación, reconoció la necesidad de que la gente cobrara fortaleza espiritual.
“Nada más excelso podríamos lograr en esta tierra”, dijo, “que el resurgimiento de un espíritu religioso que se sintiera en los hogares de la nación y reavivara, en el corazón de hombres y mujeres de todos los credos, la fe en Dios y la aceptación de Su voluntad para ellos y para el mundo”.
Roosevelt concluyó con una verdad que sigue siendo relevante ante los problemas actuales: “Dudo que hubiese cualquier problema,” declaró, “ya sea de índole social, política o económica, que no se desvaneciera ante el fuego de tal despertar espiritual”.
¿Qué significa despertar espiritualmente? Significa abrir nuestros ojos a las necesidades ajenas y a las bondades de Dios que nos rodean. Significa levantarnos en defensa de la verdad y de los más vulnerables. Significa ceñirnos de lo que el apóstol Pablo llamó “toda la armadura de Dios”, rodeándonos de verdad, rectitud, paz, fe, y de Su santa palabra.
Tal preparación espiritual no hará que los problemas se marchen, del mismo modo que ninguna armadura pondrá fin a una guerra, pero sí nos permitirá permanecer firmes ante cualquier adversidad. Nos dará esperanza, perspectiva, y paz en momentos turbulentos.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)