El 24 de julio de 1847 cientos de personas creyentes provenientes de Illinois y Misuri, Estados Unidos, quienes abandonaron sus hogares, pertenencias, familia y amigos para ir en busca de las promesas y bendiciones de Dios, llegaron al valle de Lago Salado en Utah, los pioneros mormones como se les conoce en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se marcharon con la firme convicción de defender sus creencias y principios religiosos, a pesar de los sufrimientos físicos y perdidas que tendrían en el largo camino para llegar a su destino.
La historia de estos hombres, mujeres y niños que viajaron miles de kilómetros para llegar al Valle de Lago Salado, es una pequeña muestra de cómo nuestra fe puede bendecir a otro; los pioneros mormones se sacrificaron por sus familias y en cierta forma por otras personas que no conocían. Los pioneros partieron de sus hogares, abandonando sus pertenencias de valor y cargando sobre las carretas o carromatos solo lo que era necesario para el camino, sabían que las circunstancias iban a ser adversas y aun así decidieron seguir a su corazón defendiendo su fe ante toda posibilidad humana de fracaso, estaban seguros que si ejercían una minúscula gota de fe podrían probar que aquellos que confían en el Señor reciben grandes y extensas bendiciones en su debido tiempo. Ellos mostraron obediencia y confianza en el Señor Jesucristo y sus promesas.
En el verano de 1847 tras un largo viaje de pesares y sufrimientos, donde varios pioneros murieron o perdieron a miembros de su familia, llega al valle de Lago Salado el primer grupo de pioneros mormones, este grupo era acompañado por Brigham Young quien al contemplar el lugar que parecía árido y seco, inhabitable y escabroso, exclamó: "Este es el lugar correcto"..."golpeando el suelo con su bastón, dijo: “Aquí edificaremos un lugar a nuestro Dios”.
El elder John A. Widtsoe del Quórum de los Doce dijo: “Los pioneros estaban hambrientos y agotados; necesitaban alimentos y descanso; y lo único que había era un desierto hostil enfrente de ellos. Pero, aun así, en medio de esas imperantes necesidades físicas, se volcaron primero a la construcción de un lugar para recordar al Señor y al alimento y fortaleza espirituales que éstos proporcionan”. Se estima que 70.000 Santos de los Últimos Días realizaron el difícil viaje a Utah desde 1847.