Nota de prensa

Una amada comunidad de hermanas y hermanos

Todos somos parte de la familia de Dios; hermanas y hermanos viajando juntos por este hermoso planeta

Vivimos en lo que se ha dado a llamar una “sociedad de consumo”, una sociedad centrada en comprar y vender, para volver a comprar y vender. Una sociedad como esa prospera en medio del descontento, la insuficiencia, la competencia, y las comparaciones, ya que eso nos hace comprar más. El difunto rabino y escritor inglés Jonathan Sacks dijo: “Una sociedad de consumo nos insta a gastar dinero que no tenemos, en productos que no necesitamos, en pos de una felicidad no duradera. En una sociedad de consumo,” añadió, “preferimos ser envidiados que admirados”.

Comparemos ese tipo de sociedad superficial con el sentido de unidad hallado en una “comunidad amada”, frase hecha popular por el Reverendo Martin Luther King, hijo, quien enseñó que dicha comunidad está basada en la justicia, la igualdad de oportunidades, y el amor al prójimo. También representa una “visión global, en la que toda la gente puede participar de la riqueza de la tierra. El racismo y toda otra forma de discriminación, intolerancia, y prejuicio, serán remplazadas por un espíritu de total hermandad”.

Claro que eso no describe nuestra situación actual. No todo es perfecto ni armonioso, y hay veces en que la comunidad amada del Dr. King, parece estar fuera de nuestro alcance, pero darnos por vencidos no es la respuesta. Quizá la meta esté distante, y el trayecto parezca largo, pero cada paso en la debida dirección, nos llevará más cerca.

¿Cuáles son esos pasos? Uno de ellos es reconocer que todos somos parte de la familia de Dios; hermanas y hermanos viajando juntos por este hermoso planeta. Como tales, nos corresponde ser un poco mejores los unos con los otros. Los verdaderos hermanos y hermanas hacen a un lado la hostilidad, el egocentrismo, y la inmadurez, y más bien abren el corazón y la mente a todos cuantos les rodean, porque, a pesar de nuestras diferencias, somos una familia. Entonces, nos sobreponemos a todo lo negativo y pecaminoso que abunda en el mundo y buscamos la forma de compartir el amor de Dios con nuestros hermanos y hermanas en todas partes.

Eso requiere mucho esfuerzo, pero así sucede con todo cuanto vale la pena. Así que, hable con alguien que piense o se vea diferente a usted. Sea paciente y tolerante aun con alguien que tiende a exasperarlo. Cuando nos tratamos como familia —una persona a la vez— empezamos a edificar una comunidad amada.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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