Nota de prensa

Una Misión de Servicio en el Chaco de Paraguay 

En el corazón del Gran Chaco paraguayo, el élder Jeff Richins y la hermana Denise Richins están dejando una huella significativa a través de su servicio misional. Esta no es su primera experiencia en Paraguay; el élder Richins sirvió originalmente como misionero joven entre 1981 y 1983. Inspirada por sus relatos, la hermana Richins siempre tuvo el deseo de conocer Paraguay por sí misma. Años después, regresaron juntos para servir en la oficina de la Misión Paraguay Asunción, trabajando junto al presidente y la hermana Faundez. 

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Durante esa misión, conocieron a los líderes de la Misión Paraguay Asunción Norte, el presidente y la hermana Alleman. Antes de completar su servicio, el presidente Alleman los animó a regresar, diciendo: “Vayan a casa, vean a sus hijos, y luego vuelvan. Los enviaré al Chaco.” Un año más tarde, los Richins regresaron a Paraguay, esta vez asignados a la ciudad de Filadelfia, en el distrito de Boquerón del Chaco. Su asignación misional, Apoyo a Miembros y Líderes (MLS), se centra en unir familias y enseñar autosuficiencia a los pueblos indígenas Nivaclé y Guaraní. 

El élder Richins ya había servido previamente en el Chaco durante seis meses como misionero joven, cuando él y su compañero, el élder John Sanders, viajaron durante una semana en una carreta tirada por caballos para llegar hasta el pueblo Nivaclé de Mistolar. Ahora, él y su esposa realizan ese trayecto en una camioneta pequeña por los difíciles caminos de tierra roja del oeste paraguayo, un viaje que puede durar seis horas. Una vez allí, a veces arman una carpa, despliegan sus sacos de dormir y permanecen algunos días. 

Mistolar ocupa un lugar especial en la historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En 1980, Walter Flores y su esposa, Rosaria, se bautizaron en Asunción. Walter, un Nivaclé, regresó al Chaco con dos misioneros de tiempo completo y, durante los meses siguientes, cientos de personas fueron bautizadas, formando la comunidad de Santos de los Últimos Días de Mistolar. Las primeras reuniones de la congregación se llevaron a cabo bajo un dosel de árboles. Más adelante, construyeron una capilla de adobe con techo de metal. La hermana Richins comenta: “Cuando uno va a Mistolar, está pisando tierra sagrada.” 

Para prepararse para esta misión, mientras estaban en su hogar en Arizona, los Richins reflexionaron sobre cómo podían ayudar a la gente del Chaco. Aprendieron a fabricar “estufas cohete”, estufas eficientes y de combustión caliente que utilizan leña de pequeño diámetro. Con solo 3 dólares de materiales comprados en la ferretería local de Filadelfia, pueden fabricar una estufa cohete usando un balde de 20 litros, cemento, alambre y varillas. Una bolsa de cemento alcanza para hacer entre 10 y 12 estufas. Los Richins proveen el material y el conocimiento, pero los beneficiarios deben participar en la fabricación de sus propias estufas. Hasta la fecha, han hecho más de 250 estufas. La hermana Richins señala: “Todos los que ven una, quieren una.” Este método reduce la cantidad de leña necesaria y el tiempo que se dedica a recolectarla. Otro beneficio es que la llama contenida disminuye el riesgo de accidentes por quemaduras entre los usuarios. 

Más allá de atender necesidades temporales, el élder y la hermana Richins también se enfocan en el crecimiento espiritual. Enseñan clases de preparación para el templo, con la meta de llevar a 100 personas al templo este año, coincidiendo con el 100° aniversario de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Sudamérica. El templo más cercano se encuentra en Asunción, a doce horas de Mistolar. 

Los misioneros mayores de todo el mundo buscan la guía del Señor para saber cómo servir de manera específica a las personas que se les asignan. Como todos los misioneros mayores, la misión del élder y la hermana Richins es una extensión de su amor por aquellos a quienes sirven. Sus esfuerzos para fomentar la autosuficiencia y el crecimiento espiritual están bendiciendo las vidas de las comunidades Nivaclé y Guaraní. Su historia es un ejemplo inspirador de servicio a todos los hijos de nuestro Padre Celestial. 

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