En la historia de la humanidad, quienes anhelan vivir en armonía con otros seres, se han ceñido al refrán que dice: “En lo imprescindible, unidad; en lo prescindible, libertad; en todas las cosas, caridad”.
No es difícil estar de acuerdo con tan elocuente sabiduría. Lo que sí resulta difícil es separar lo imprescindible de lo prescindible, pero ciertas cosas son incuestionables. Todo ser con quien compartimos este hermoso planeta, es digno de respeto y compasión. Puesto que todos somos hijos de Dios, todos poseemos valor intrínseco. Entonces, una de esas cosas imprescindibles es estar unidos en el amor mutuo, ya que es mucho más lo que tenemos en común con otros seres humanos que lo que nos hace diferentes.
En cuanto a cosas prescindibles, están, por ejemplo, los gustos culinarios o musicales, preferencias en actividades o en maneras de ser. Aunque valoramos nuestras similitudes, son las diferencias las que enriquecen y profundizan las relaciones humanas. Si todos fuéramos iguales, no tendríamos nada que aprender de los demás. Es por eso que valoramos la singularidad, y honramos la libertad que Dios nos da de escoger.
Por último, en todas las cosas y en todo momento, debemos mostrar caridad. Después de todo, ¿de qué nos sirven la unidad y la libertad si no nos amamos los unos a los otros? La unidad sería fingida, y la libertad se convertiría en egoísmo. El apóstol Pablo lo expresó así:
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy.
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve.
“La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia… no se jacta, no se envanece…
“Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
“La caridad nunca deja de ser”.
La unidad se produce cuando actuamos caritativamente con los demás, mientras que la libertad es más eficaz cuando la inspira la caridad. En otras palabras, si en lo imprescindible anhelamos unidad, y en lo prescindible libertad, en todas las cosas debemos tener caridad.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)