El corredor John Stephen Akhwari representó a Tanzania en los Juegos Olímpicos de 1968 en la Ciudad de México, con una inolvidable actuación en el maratón. Akhwari no rompió ningún récord mundial y ni siquiera ganó una medalla. De hecho, para el momento en que cruzó la línea final, el sol ya se había puesto, el ganador había sido coronado una hora antes y el estadio estaba ya casi vacío. Pero la actuación del tanzano sigue inspirando en la actualidad.
Temprano en la competencia, mientras trataba de mantenerse en el grupo de vanguardia, Akhwari sufrió una caída, lastimándose gravemente una rodilla y un hombro. Tal como con 18 de los otros 75 atletas, él tenía buenas razones para abandonar la carrera, pero una voz interior le impulsó a seguir.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Los pocos espectadores aún en el estadio vitorearon a Akhwari desde que entró en la pista hasta que cruzó cojeando la línea final en el último lugar. Estaba exhausto, acalambrado, deshidratado y desorientado, pero había terminado. Cuando se le preguntó por qué había continuado en una carrera que sabía que ya había perdido, Akhwari respondió: “Mi país no me envió desde tan lejos para que empezara la carrera, sino para que la terminara”.
John Stephen Akhwari perseveró porque tenía una visión clara de su propósito. Su decisión de terminar la carrera no surgió después de su devastador accidente; perseverar hasta el fin fue una decisión que él tomó mucho antes de caer, y mucho antes de partir de Tanzania. Se había entrenado para terminar, no apenas para participar, y por eso siguió.
En las décadas transcurridas desde aquella noche de 1968, las palabras y el ejemplo de John Stephen Akhwari siguen inspirando a incontables atletas, y a muchos otros con otras carreras desafiantes por delante. Su historia nos enseña que a veces ganar sencillamente significa terminar, y que podemos sobreponernos a los retos de la vida un paso a la vez. Nos enseña a decidir que perseveraremos con valor y honor hasta el fin del maratón de la vida.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)