El concepto de una familia unida que vive y progresa eternamente yace en el centro mismo de la doctrina de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Con familias guiadas por un padre y una madre, los hijos desarrollan virtudes tales como el amor, la confianza, la lealtad, la cooperación y el servicio.
Según la doctrina de la Iglesia, un matrimonio efectuado en uno de los templos de la Iglesia no se disuelve con la muerte, siempre y cuando la pareja permanezca fiel a sus convenios del templo. Así, la relación de familia perdura más allá de la tumba, y los miembros de la familia pueden progresar por la eternidad de forma individual.
En 1995, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles —los dos máximos cuerpos gobernantes de la Iglesia— emitieron una proclamación en la que explican la naturaleza divina de la familia y cómo deben tratarse y nutrirse las relaciones familiares. (Lea “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”.)
En 1915, los líderes de la Iglesia establecieron un programa que insta a los padres a reunir a su familia una vez a la semana para dedicarle una noche exclusivamente a la familia. La Noche de Hogar constituye una ocasión en la que los padres pueden enseñar a sus hijos los principios del Evangelio. Una Noche de Hogar típica consiste en una oración, una canción, una lección breve, una actividad y un refrigerio. Las lecciones las enseñan los padres y a veces los hijos.