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Nota de prensa

Aspectos destacados del servicio prestado tras las inundaciones en la región central de Texas

Santos de los Últimos Días entre innumerables grupos que sirven tal como Cristo enseñó

“Siento un profundo amor por el Salvador y sé que Él vino para mostrarnos cómo vivir. Todo lo que se nos enseña nos ayuda en situaciones como esta a acudir a ayudar a los demás”, dijo Audra Miller, miembro de la congregación de Boerne, Texas, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Conforme las labores de limpieza después de las inundaciones avanzan sin pausa en la región de Texas Hill Country, los miembros de la Iglesia de Jesucristo siguen siendo parte integral del extenso servicio motivado por el amor al prójimo y el servicio mutuo.

El 4 de julio de 2025 cayeron unos 600 milímetros [2 pies] de precipitaciones en partes del centro de Texas y, en cuestión de horas, el nivel del río Guadalupe alcanzó poco más de 10 m [casi 35 pies] por la crecida. La zona, a la que a menudo se denomina Flash Food Alley [el corredor de las inundaciones repentinas] por su propensión a las inundaciones, se convirtió rápidamente en el foco de las labores de búsqueda y rescate a medida que la destrucción se extendía a lo largo del río embravecido.

El rescate

Tan rápido como subió el agua, los socorristas llegaron al lugar para rescatar a unas 900 personas.

“Los helicópteros habían comenzado a evacuar a los pacientes”, dijo Clint Johnson, del Departamento de Bomberos de San Antonio, quien es Santo de los Últimos Días y fue uno de los cientos de socorristas que participaron en las labores de rescate.

“Había cuatro niñas [quienes] solo llevaban puesto el camisón de dormir. Las vimos caminar por el campo empapadas y cubiertas de lodo. En ese momento particular sentí que el Espíritu me decía con fuerza que aquellas personas necesitaban mucha ayuda”, dijo Johnson.

“Se les podía ver el dolor y el sufrimiento en el rostro. Algunas personas hablaban sobre las pérdidas, y muchas otras narraban casos en los que alguien apenas había sobrevivido”, agregó.

La pérdida de seres queridos

Más de 135 personas perdieron la vida en las inundaciones de Hill Country, entre ellas, Sally Graves, una Santo de los Últimos Días de Hunt.

Cuando el nivel de la inundación aumentó drásticamente en la madrugada del 4 de julio, el agua inundó la vivienda del difunto Ghent Graves y de su viuda, Sally Graves, de 91 años, situada a una cuadra del río Guadalupe.

Tras despertar, alertada por una llamada telefónica de Terry Hansen, un vecino y amigo de toda la vida del Barrio Kerrville, Sally escapó de la casa, que ya estaba inundada, con ayuda de su hijo y por la ventana del dormitorio. Durante unas horas, ella y su hijo se aferraron a una cerca y a un árbol cercano mientras el agua embravecida se arremolinaba a su alrededor. Allí, en sus brazos, ella falleció pacíficamente. Cuando el nivel del agua descendió algo cerca del amanecer, el hijo de Sally pudo llevarla al porche delantero de su casa. El hermano Hansen y su hijo la llevaron a la morgue. Fue la primera víctima mortal registrada.

“Los heroicos esfuerzos de mi hermano Clark, y también de mi querido amigo y vecino Terry Hansen, serán apreciados por el resto de nuestras vidas y por toda la eternidad”, dijo Catherine Graves, hija de Sally.

En su servicio fúnebre, que se llevó a cabo el sábado 12 de julio, se la recordó por su extraordinario servicio a la familia, a la Iglesia y a la comunidad en general. Ella y su esposo, Ghent, quien falleció en 2017, eran muy amados en Kerrville y sus alrededores por su discipulado. Hace unos veinticinco años, Ghent había prestado servicio como obispo del Barrio Kerrville.

Matthew Huff, obispo del Barrio Kerrville de la Iglesia, dijo que ella “tenía un gran y perdurable amor por el Salvador, Jesucristo. Era la perfecta mujer sureña refinada”. Recientemente dijo que era un “amado pilar de nuestro barrio, una serena fortaleza cuya presencia irradiaba fe, compasión y amor cristiano. Tenía un vivaz e inquebrantable testimonio del Evangelio restaurado y vivía cada día como una verdadera discípula del Salvador”.

“Su ausencia nos deja un tierno vacío en el corazón y en nuestra familia del barrio. La extrañaremos profundamente, pero su legado de fe y bondad vivirá en cada uno de los que tuvimos la bendición de conocerla”, dijo el obispo Kerr.

“He sentido la presencia de mi madre durante tres semanas, todo el día y todos los días”, dijo Catherine Graves. “Siempre fuimos muy unidos, pero la forma en que su fallecimiento ha unido a nuestra familia es todo lo que ella hubiera querido. Obraba milagros mediante la sencilla ayuda que prestaba día tras día”.

Las reuniones familiares a orillas del río Guadalupe han sido costumbre de la familia Graves durante generaciones, y piensan continuar la tradición de pasar significativo tiempo juntos en dicho lugar.

La riada dio lugar a reacciones singulares

A diferencia de los huracanes, que suelen provocar inundaciones generalizadas, la inundación repentina del río Guadalupe resultó fatal y destructiva, pero a lo largo de un extenso corredor estrecho de más de 200 km [125 millas].

“Estas operaciones son algo diferentes de nuestros procedimientos habituales, ya que se trata de una catástrofe que puede considerarse masiva debido al número de fallecidos que ha causado”, dijo Sandy Hughes, gerente de relaciones públicas de la Cruz Roja Americana.

Aquello produjo que las circunstancias para brindar ayuda fueran singulares. En lugar de los esfuerzos inmediatos que suele organizar rápidamente la Iglesia de Jesucristo al convocar grandes grupos de voluntarios para ayudar en las tareas de limpieza, las autoridades pidieron que dichos esfuerzos se suspendieran mientras se concluían las labores de búsqueda de los desaparecidos.

Esto permitió que los miembros de las congregaciones locales que trabajan en agencias gubernamentales y de respuesta ante emergencias contribuyeran a la coordinación en tiempo real y mantuvieran al corriente a los líderes locales de la Iglesia. Esto, a su vez, brindó oportunidades de servicio individuales y en familia.

Hasta la fecha, los miembros de la Estaca La Cantera, Texas, han prestado alrededor de 4000 horas de servicio voluntario a la comunidad.

Los proyectos en los que han ayudado incluyen rescates de emergencia profesionales; ayuda con maquinarias pesadas; coordinación de voluntarios; atención sanitaria; ayuda comunitaria; labores de limpieza, incluso remoción de escombros y de paneles de yeso; recolección y clasificación de donaciones; retiro de desechos y recuperación de artefactos; asistencia en refugios para animales; y controles de salud.

En cuanto al voluntariado, J. Michael Villarreal, presidente de la Estaca La Cantera, Texas, dijo: “La recuperación está lejos de haber terminado. Pero los cimientos establecidos por nuestros miembros, basados en la humildad, trabajo arduo y armonía con los colaboradores locales, posicionan a la Iglesia como una presencia confiable y servicial para los meses de sanación y reconstrucción que nos esperan”.

Colaboración con la Cruz Roja Americana

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está colaborando con la Cruz Roja Americana para ayudar a los necesitados de la región central de Texas.

“Nos brindan más manos y pies para ayudar, y ya casi ha transcurrido un mes”, dijo Bethany Patterson, gerente de asuntos públicos de la Cruz Roja Americana.

La ayuda de la Iglesia ha contribuido a pagar el alojamiento temporal de los propietarios de viviendas desplazados por las inundaciones. Muchos se alojan en hoteles mientras se limpian y reparan sus viviendas.

“Sus contribuciones nos ayudan a brindar esos servicios integrales, lo que significa que proporcionamos servicios de salud mental, servicios de salud general, atención espiritual, alimentación y cualquier equipo médico duradero que se haya perdido, a través de nuestros servicios de salud. Y después también los ayudamos a dar el siguiente paso para proseguir con la vida”, explicó Hughes.

Hughes dijo que se están consolidando algunos de los refugios temporales. “Todavía tenemos doce refugios con personas alojadas”.

“Estamos en la transición de la ayuda inmediata de proveer alimento a quienes se han quedado sin electricidad a otro tipo de servicios”, dijo Patterson. “Definitivamente estamos pasando a la ayuda a largo plazo y a procurar vivienda para las personas. Estaremos aquí a largo plazo. Estamos aquí para asistir a las personas, y eso es gracias al apoyo de colaboradores como ustedes, así que gracias”.

Vecinos que ayudan a otros vecinos

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sus miembros se unieron “para tratar de actuar como Cristo, de seguir Su gran ejemplo”, dijo Louis Deppe, quien es voluntario y Santo de los Últimos Días.

“Para eso estamos aquí, para pasar por pruebas y consolar a otras personas”, dijo Deppe, quien recorrió las márgenes del río en busca de los desaparecidos. Se sintió motivado a ayudar después de enterarse de que la hija de un amigo estaba desaparecido.

Deppe se unió a la Iglesia de Jesucristo cuando tenía poco más de treinta años. “Es una Iglesia de acción; no es una iglesia en la que no solo se habla. ¡Vamos a ayudar! Eso es lo que me motiva, tratar de ayudar a los demás”.

Y agregó: “Quiero aclarar que hay muchas más personas, las cuales desempeñan un papel fundamental en esta labor heroica. Yo solo soy una pequeña pieza del rompecabezas [puzle]. Lo importante son las personas como de la hija de mi amigo y otras personas que perdieron la vida; así como aquellas que se salvaron, pero quedarán traumatizadas durante mucho tiempo. Ellos son lo importante, y no nosotros”.

“He visto otras inundaciones en esta zona, pero nunca una de esta magnitud”, dijo Burnie Miller, quien recientemente se jubiló de su puesto en el Departamento de Bomberos de San Antonio.

“Solo sé que estamos aquí para hacer la obra del Señor”, dijo Miller. “Creo que somos Sus manos en la tierra y que debemos ayudarnos unos a otros”.

Audra Miller acudió ante la convocatoria de sus líderes locales de la Iglesia a difundir información sobre Crisis Cleanup, una plataforma web de respuesta ante emergencias para ayudar a los voluntarios en sus esfuerzos por servir.

“Nos apresuramos a hacer volantes y al otro día salí a la carretera, y fuimos a comercios a dejar volantes y hablar con las personas también. Fuimos a todas las estaciones de bomberos. Fuimos a la oficina del sheriff. Y después fuimos a los vecindarios, los recorrimos a pie y hablamos con las personas que se habían visto afectadas”.

Megan Wilson, madre de cuatro niños pequeños, está trabajando con un grupo de rescatistas a través de las redes sociales para localizar a los dueños de los objetos perdidos encontrados en el río Guadalupe.

“Hay personas que traen los artículos, y después hay todo un equipo de mujeres que los lavan y preservan con mucho cuidado, y luego realizan la sagrada labor de devolverlos a algunas de las víctimas de las inundaciones”, explicó Wilson. “Hemos visto muchos, muchos milagros en las últimas dos semanas”.

Casi cuarenta de las personas que perecieron en la inundación de Texas eran niños, principalmente en el condado de Kerr. En Kerrville y otras comunidades de Texas se han colocado moños verdes en honor a las víctimas de las inundaciones. El verde es el color de Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas que se ha visto afectado por la tragedia. Veintisiete campistas y consejeros perdieron la vida.

Austin Mickelsen, un voluntario Santo de los Últimos Días, ha estado ayudando con las labores de recuperación con cuadrillas de todo el mundo casi todos los días, desde que ocurrió el desastre natural.

“Si un padre pidiera ayuda, si yo [fuera] el padre que pidiera ayuda, agradecería mucho a cualquiera que pudiera ofrecerse y venir a ayudar a algunas de las familias a poder poner punto final a su tragedia”, dijo Michelsen.

Clint Johnson dijo que la terrible experiencia lo ha ayudado a “entender el amor de Cristo por nosotros. Él quiere que sintamos gozo y que durante los momentos de prueba podamos fortalecernos”.

Y continuó: “Va a tomar mucho tiempo para que todas las cicatrices de esta región sanen, pero en algún momento sanaremos, seguiremos adelante y seremos más fuertes gracias a ello”.

Seguir adelante

Han pasado dos semanas desde el funeral de Sally Graves. Su familia sigue adelante con fe y gratitud.

El domingo 27 de julio, Johnson, Catherine Graves y sus familias se reunieron con su congregación local de Santos de los Últimos Días en Kerrville para un servicio de adoración.

“Una de las verdades más profundas que aprendemos en esta vida es que podemos sentir dolor y esperanza al mismo tiempo”, enseñó Matthew Huff, obispo del Barrio Kerrville. “En Getsemaní, el gozo del Salvador no radicaba en la ausencia de dolor, sino en la presencia de un propósito. Nos vio como hermanos y hermanas, redimidos”, dijo.

“Todos ustedes han unido sus habilidades, sus talentos y sus recursos para bendecir a muchas personas”, dijo luego el presidente Villarreal.

“Al seguir a Su Hijo, sí, Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, se les mostrará qué hacer y cómo hacerlo a Su manera para bendecir a quienes nos rodean, y eso porque hemos podido sentir la mano de Dios en nuestra vida”, dijo.

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