El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dedicó el Templo de McAllen, Texas, el templo número 183 de la Iglesia, el 8 de octubre.
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El Templo de McAllen, de 2591 metros cuadrados, es la quinta Casa del Señor dedicada en Texas y el templo en funcionamiento número 183 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Se encuentra en un terreno de 4,29 hectáreas ubicado en la esquina noroeste de Col. Rowe Boulevard y Trenton Road y estará al servicio de los miembros de Corpus Christi y Laredo, Texas, además de los del valle del Río Grande.
Su diseño presenta la arquitectura colonial española y las flores de azahar, una referencia al clima de la zona, que produce algunas de las naranjas y pomelos más dulces del país, según los lugareños. Además, los colores azules que se utilizan en el diseño se conectan tanto con el altramuz de Texas, la flor del estado, como con el cercano Golfo de México.
Ubicado a pocos kilómetros de la frontera entre Estados Unidos y México, el templo es un símbolo de unidad y conexión en una ciudad fronteriza dividida por muros literales y metafóricos.
Un símbolo de paz
“En un mundo con muchos muros, debemos seguir construyendo puentes”, dijo el élder Uchtdorf. “El templo es un hermoso símbolo de ese esfuerzo pacífico, y se irradiará por toda la comunidad aquí… y se extenderá por todo el mundo”.
Durante los servicios dedicatorios, el élder Uchtdorf estuvo acompañado por su esposa, la hermana Harriet Uchtdorf. También participaron el élder Adilson de Paula Parrella, Setenta Autoridad General, y la hermana Elaine Finholdt Parrella; el élder José L. Alonso, Setenta Autoridad General, y la hermana Rebecca Salazar Alonso; y el obispo W. Christopher Waddell, del Obispado Presidente, y la hermana Carol S. Waddell.
Antes de la dedicación, el élder y la hermana Uchtdorf visitaron la frontera entre Estados Unidos y México con el élder y la hermana Alonso.
Al hablar sobre el Templo de McAllen, Texas, el élder Uchtdorf hizo hincapié en que el Evangelio conecta y une. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, explicó él, está al alcance de todos, independientemente del idioma, el contexto cultural o las circunstancias socioeconómicas.
“La propagación del Evangelio restaurado no se detuvo en los límites políticos o sociales; se expandió a ambos lados del Río Grande”, dijo.
Durante el programa de puertas abiertas para el nuevo templo, los miembros locales de la Iglesia compartieron su nuevo templo con la comunidad y expresaron gratitud y entusiasmo por las bendiciones que el templo les traerá a ellos y a sus familias.
Jason Hess, miembro del Barrio Weslaco, asistió a la primera sesión de la dedicación con miembros de su familia.
“Es muy especial poder participar [de la dedicación]”, dijo, agregando que tener un templo en McAllen “hace que sea mucho más fácil… tener el Espíritu y el sentimiento del templo cerca de casa”.
Sergio Solís, presidente del comité local de puertas abiertas y dedicación, sirvió cuando era un misionero joven en el área de McAllen. En esa época, prometió a los lugareños que el valle del Río Grande tendría un templo propio algún día.
“Mi oración ha sido contestada, junto con las de muchos otros miembros que han estado orando antes que yo”, dijo. “Testifico que el Señor contesta las oraciones en Su tiempo, no en nuestro tiempo. En mi caso, era Su tiempo y puedo vivirlo, y voy a disfrutarlo”.