La idea de que Dios habla a los hombres y a las mujeres en la época moderna es un Artículo de Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Aprender a discernir la voz de Dios es un tema frecuente de análisis entre los fieles.
En un devocional en el Centro Marriott, durante la Semana de la Educación de la Universidad Brigham Young, el martes 22 de agosto de 2023, el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, pronunció un mensaje minucioso sobre cómo la observación, la razón y la fe obran juntas para facilitar el discernir la voz de Dios — es decir, la revelación, como lo llaman los Santos de los Últimos Días.
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-014.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-007.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-056.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-052.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-049.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-017.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-027.jpg
- 2308-82-Dale-G.-Renlund-Devotinal-012.jpg
1 / 2 |
Por sí mismas, la observación, la razón y la fe no son fiables, enseñó el apóstol. Ese trío debe trabajar en conjunto.
“Quisiera que pudiéramos transmitir la fe de la manera en que transmitimos un simple resfriado”, dijo el élder Renlund. “Podríamos simplemente estornudar a las personas y su fe aumentaría. Pero no es así como crece la fe […]. La fe, ‘sin obras’, no se multiplicará a sí misma. La fe solo crecerá por la observación y el razonamiento, acompañado de otras obras espirituales. Además, la observación, la razón y la fe suelen ser requisitos previos no solo para recibir revelación personal, sino también para entender dicha revelación”.
Esas verdades quedan ilustradas, dijo el élder Renlund, mediante la experiencia que tuvo el Presidente de la Iglesia, Joseph F. Smith (1838–1918), en 1918, la cual condujo a lo que ahora es la sección 138 de Doctrina y Convenios. La salud del presidente Smith era frágil. Su hijo mayor y la esposa de su hijo habían fallecido recientemente. La Primera Guerra Mundial hacía estragos; y una cepa mortal de gripe se cobraba la vida de muchos millones de personas.
Mientras el presidente Smith reflexionaba sobre la Expiación de Jesucristo y la redención del mundo por medio de Él, leyó en el Nuevo Testamento acerca de la predicación de Jesús a quienes habían muerto. Entonces el Santo Espíritu “descendió sobre [el presidente Smith], abriéndole [los] ojos de [su] entendimiento”, lo que condujo a una visión de cómo los muertos son redimidos.
El presidente Smith vio a Jesucristo aparecerse a muchas personas rectas que habían muerto antes del ministerio del Salvador en la Tierra Santa. Y el Presidente se preguntaba cómo podía Jesús predicar a todos los que habían muerto en tan solo el tiempo transcurrido entre Su muerte y Resurrección.
El presidente Smith también “comprendió [por revelación] que el Salvador no fue en persona a los espíritus desobedientes. Más bien organizó a los espíritus rectos […] para que llevaran el mensaje del Evangelio a los espíritus en tinieblas”.
“Vemos que la razón y la fe proporcionaron el punto de partida para esa revelación”, dijo el élder Renlund.
Luego, el apóstol analizó cinco principios relacionados con el proceso de la revelación.
1. La revelación personal requiere trabajo, incluso aprender cómo el Espíritu Santo se comunica individualmente con nosotros.
“Podemos discernir que el Espíritu Santo ha influido en nosotros si nos preguntamos si alguna vez hemos sentido paz después de tomar alguna decisión, si hemos sentido una mayor capacidad para resistir la tentación, si hemos sentido un aumento del amor hacia los demás o si hemos sentido un mayor deseo de servir a los demás”, dijo el élder Renlund.
También preguntó: “¿Hemos recibido la idea de ayudar a otras personas, hemos querido ser pacificadores en algún conflicto o simplemente hemos sabido qué hacer en alguna situación compleja? Esos sentimientos pueden ser manifestaciones del Espíritu Santo que influye en nosotros para hacer el bien”.
2. Se favorece la revelación personal al comprender y formular preguntas desde múltiples ángulos.
El élder Renlund dijo que entre los criterios para determinar si debemos actuar o no de acuerdo con algún pensamiento en particular se halla lo siguiente:
- El acto propicia la fe en el Padre Celestial y en Jesucristo
- El acto propicia el amor y el servicio a Ellos
- Y el acto propicia hacer el bien
El apóstol preguntó: “Si el pensamiento cumple con esos criterios, ¿en verdad importa si lo inspiró directamente el Espíritu Santo en ese momento exacto o si el pensamiento surgió gracias a toda una vida de experiencias y decisiones anteriores? No importa. No obstante, la observación y la razón proporcionan el filtro mediante el cual determinamos si debemos actuar o no de acuerdo con alguna impresión determinada”.
3. Por lo general, la revelación personal requiere confiar y actuar teniendo una comprensión incompleta de la situación.
“Para mí”, dijo el élder Renlund, “la revelación a menudo llega en directivas breves, escuetas e imperativas, tales como: ‘¡Ve!’, ‘¡Haz!’ y ‘¡Di!’. O bien, puede llegar como ideas, generalmente acompañadas de un suave impulso a actuar conforme a ellas. Tales impresiones pueden transmitirse sin palabras. La revelación puede ser delicada y tratar de expresar con palabras lo que no se dio con palabras puede limitar el entendimiento. Es rara la ocasión en que la revelación se recibe con explicaciones claras de por qué debemos hacer algo. Tratar de explicar el ‘porqué’ cuando no se ha dado ninguna razón reveladora, a menudo nos lleva a conclusiones erróneas o puede hacernos tropezar”.
Y agregó: “Observar, razonar y actuar con fe no significa que nos quedemos paralizados cuando no sintamos alguna impresión afirmativa”.
4. La revelación personal es repetitiva.
“Debemos reconocer lo que Dios ya nos haya revelado individualmente, mientras seguimos dispuestos a recibir más revelación de Él”, dijo el élder Renlund. “Aun cuando hayamos recibido revelación, a menudo se requiere actuar con fe para entender cuál es la mejor manera de aplicar esa información”.
Pedro es un ejemplo importante. Tuvo dificultades para entender el significado de la visión repetitiva que recibió (Hechos 10) de un lienzo con una variedad de alimentos que los judíos practicantes consideraban impuros. A Pedro se le mandó comer, pero él se negó. Entonces se le dijo que no llamara impuro aquello que Dios había limpiado.
“La visión fue clara como el agua, como si un interruptor de luz se hubiese encendido, pero Pedro no la entendió. Fue necesario que caminara todo el día siguiente de Jope a Cesarea, que entrara en la casa del centurión Cornelio y lo escuchara antes de entender que la revelación era el mandamiento de llevar el Evangelio a la población que no era judía”, dijo el élder Renlund. “Incluso entonces, Pedro y los otros apóstoles tuvieron que analizar y razonar cómo aplicar esa revelación en términos prácticos. Solo después que les ‘[hubo] parecido bien al Espíritu Santo, y a [ellos]’, supieron cómo proceder. Ese entendimiento llegó gradualmente, como la luz del amanecer que se hace progresivamente más brillante”.
5. La revelación personal requiere la humildad de corroborarlas y no conjeturar impresiones.
“No debemos tratar de forzar las cosas espirituales”, aconsejó el élder Renlund. “Si tratamos de hacerlo, podríamos basarnos en emociones que se asemejan a las impresiones espirituales, pero que no lo son. Esas emociones pueden incluir el sentimentalismo, el asombro, la empatía, el entusiasmo o las hormonas enloquecidas. De manera similar, saber que no se ha recibido revelación es una capacidad espiritual avanzada”.
Para concluir, el élder Renlund dijo que la observación, la razón y la fe “favorecen la revelación y permiten que el Espíritu Santo sea un compañero fiable, digno de confianza y amado. Esos elementos serán factores clave para producir [lo que el Presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson, ha llamado] ‘ímpetu espiritual en nuestra vida’, ayudándonos a seguir ‘avanzando por entre el temor y la incertidumbre’”.
Mira el discurso completo del élder Renlund en BYUtv.