Desde sus humildes comienzos, que consistían de seis miembros en 1830, hasta hoy día, una fe de más de 14 millones de miembros en cada uno de los continentes, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está clasificada entre una de las religiones cristianas de más crecimiento en el mundo.
Fue un grupo modesto de personas, seis hombres entre los que se encontraba el fundador y el primer presidente de la Iglesia, José Smith, el que se congregó en una granja en Fayette, Nueva York, un martes 6 de abril de 1830 y a quienes se les reconoció como los organizadores oficiales, estando presentes aproximadamente otras 50 personas.
Hoy en día, los Santos de los Últimos Días, sus centros de adoración, sus templos y sus misioneros se extienden por todo el mundo. Actualmente, la mayoría de los miembros de la Iglesia residen fuera de los Estados Unidos
En un discurso que pronunció ante el National Press Club en Washington D.C., el decimoquinto presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley dijo: "Creo que ninguna otra iglesia que ha surgido de la tierra de América ha alcanzado tal crecimiento o se ha diseminado tan extensamente".
Ese crecimiento entre diversas culturas y naciones se ha convertido en el foco principal de atención de la Iglesia. Con el fin de satisfacer esas necesidades, la Iglesia traduce Escrituras, conferencias, transmisiones vía satélite, cursos de estudio, revistas, programas de computación, información del sitio Web y otros materiales. El sistema de traducción de la Iglesia es una de las redes más grandes de esta naturaleza en el mundo.
Asimismo, la Iglesia ha ensanchado su programa de construcción con el fin de alojar al creciente número de miembros en miles de congregaciones. Casi todos los días se finaliza la construcción de dos centros de reuniones. Durante los últimos años se ha acelerado el ritmo de la construcción de templos. Los templos, que difieren de las capillas o de los centros de reuniones en los propósitos que llevan a cabo, ascienden actualmente a 137. En 1950 había ocho, la mitad de los cuales se encontraban en Utah.
El rápido crecimiento de la Iglesia se debe a muchas razones. Gran parte del crecimiento se atribuye al programa misional voluntario que se lleva a cabo por todo el mundo y que se considera uno de los más grandes de ese tipo. Más de 55,000 misioneros predican alrededor del mundo. En el Centro de Capacitación Misional (MTC) de Provo, Utah, miles de misioneros se encuentran aprendiendo decenas de idiomas diferentes.
Según lo que dijo el presidente Hinckley, la Iglesia tiene "el mandato de ir al mundo y enseñar el Evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo".
Es un mandato que los líderes de la Iglesia han tomado en forma literal desde que José Smith envió misioneros a predicar entre las tribus de indios americanos a mediados del siglo diecinueve, y que tiene sus raíces en la costumbre bíblica de enviar misioneros en pares.
"Lo tomamos de manera muy literal como mandato, como una responsabilidad", dice Earl C. Tingey, quien participó como miembro del Departamento Misional años atras. "De modo que nos esforzamos por llevar un mensaje que brinda esperanza".
Los líderes Santos de los Últimos Días no demoran en destacar el carácter singular de su Iglesia en el mundo cristiano. Tingey señala que la Iglesia no es ni católica ni protestante, sino una restauración de la antigua iglesia de Jesucristo.
Aunque respetan las demás religiones y tienen sumo interés en que sea reconocida como una fe cristiana, no tienen deseos de que se les incluya en la cultura dominante. Es imposible predecir cuán importante sea esta singularidad en atraer seguidores.
Pero aparte de eso, Tingey afirma que hay otros mensajes que están atrayendo a la gente a la Iglesia. "Compartimos mensajes que son de ayuda para las familias; ofrecemos la esperanza de cómo un padre puede ser un padre y la madre una madre, y todo ello se basa en las enseñanzas de Jesucristo".
Tingey afirma que esas enseñanzas proporcionan a los miembros las herramientas prácticas para unir a las familias mediante la oración familiar, el estudio familiar de las Escrituras y el llevar juntos a la práctica los valores que preservan la vida.
Donna Fullmer, que se bautizó en la Iglesia a los 20 años de edad mientras vivía en Phoenix, Arizona, contrajo matrimonio y actualmente tiene su propia familia.
"La Iglesia me ha enseñado a criar una familia, una familia tradicional, con valores y principios morales tradicionales", dice Fullmer. "Me ha proporcionado la estructura entera para mi vida y me ha ayudado a ser una mejor madre".
La promesa de tener familias eternas también atrae a los miembros nuevos, afirma Tingey. Los Santos de los Últimos Días creen que los matrimonios que se solemnizan en uno de los templos de la Iglesia son "sellados" permanentemente, o sea, que perduran por la eternidad. Cuando los hijos llegan a esta unión se convierten en parte de esta familia eterna.
Este concepto de familias eternas llamó la atención de Donna Fullmer al escuchar acerca de la Iglesia por primera vez. "Lo que me atrajo fue que esta vida no es lo único que hay; hay un propósito, y nosotros podemos estar con nuestros seres queridos después de esta vida".
Tingey señala también lo que él llama los beneficios prácticos del estilo de vida que la Iglesia da a sus miembros, incluso un código de salud que añade años a las expectativas de vida.
Louise Erickson, una conversa a la Iglesia de Vancouver, Washington, afirma que ha encontrado gran satisfacción personal desde que se bautizó. Serenidad, un sentimiento de guía en la vida y satisfacción personal parecen ser todos factores que traen miembros nuevos a la Iglesia.
"Periódicamente hago una evaluación de mi vida", dice ella."Mi progreso personal ha sido asombroso".
Yulia Mikahleva, que se bautizó con su familia en Orenburg, Rusia, durante una oración que tuvieron con los misioneros que estaban predicando a su familia, dijo que sintió "una esperanza, una felicidad y un gozo interior que jamás había sentido".