Comunicado de Prensa

Invitan a fomentar la cortesía en la vida diaria 

Hay tres palabras, similares en significado, que hacen del mundo de uno más feliz: la cortesía, la benevolencia y la paciencia. Tal vez las palabras se dicen, pero para que tengan efecto se requiere acción, tanto en la familia como en la comunidad.

En las calles  vemos señales pidiendo que cedamos el paso al peatón o los ciclistas; en el bus nos piden dar el asiento a los ancianos o mujeres embarazadas; en el transito siempre hay personas tratando de cruzar la calle pero solo lo logran con la ayuda de los que manejan vehículos.

En el hogar pasa lo mismo; si no hay cooperación en la forma de cortesía, benevolencia y paciencia el ambiente sufre y la tranquilidad se reduce. Si los miembros de la familia no hacen su parte cada miembro siente el efecto negativos de la falta de amabilidad.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enseña lo siguiente: “Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos”.  Artículo de Fe #13

Benevolente es una hermosa palabra que no se oye muy a menudo. Su raíz proviene del latín y significa “buena voluntad hacia las personas”. El ser benevolente es ser bondadosa, tener buena intención y ser caritativa. 

A veces, el ser benevolente es mucho más difícil en nuestra familia. Las familias fuertes requieren esfuerzo. “Sé alegre, servicial y considerado o considerada para con los demás. Muchos de los problemas que surgen en el hogar resultan porque los miembros de la familia dicen palabras hirientes y actúan de manera egoísta. Ocúpate de las necesidades de los demás miembros de la familia; trata de ser un pacificador o una pacificadora en vez de fastidiar, pelear y discutir”. (folleto Para la Fortaleza de la Juventud, folleto, 2001, páginas. 10-11)

“La paciencia —la capacidad de aplazar por un tiempo nuestros deseos— es una virtud preciada e inusual. Queremos lo que queremos y lo queremos ya. Por tanto, la idea en sí de la paciencia puede parecer desagradable y, a veces, amarga.

“…De hecho, la paciencia es un proceso purificador que refina el entendimiento, aumenta la felicidad, centra la acción y ofrece la esperanza de la paz.

“La paciencia no es ni una resignación pasiva, ni es dejar de actuar por causa de nuestros temores. Ser paciente significa esperar y perseverar de forma activa. Significa persistir en algo y hacer todo cuanto podamos: trabajar, tener esperanza, ejercer la fe y enfrentar las dificultades con fortaleza, incluso cuando los deseos de nuestro corazón se ven demorados. La paciencia no es simplemente sobrellevar las cosas, sino hacerlo bien!

“La impaciencia, por otra parte, es síntoma de egoísmo. Es una característica de los absortos en sí mismos. Es el resultado de una afección demasiado común conocida como el Síndrome de “creerse el centro del universo”, el cual lleva a las personas a creer que el mundo gira en torno a ellas y que todos los demás son simplemente actores de reparto en esa gran pieza teatral de la vida mortal en la cual sólo ellas tienen el papel protagónico.” Dieter F. Uchtdorf Abril 2010

El ser más cortes, benevolente y paciente trae más tranquilidad, felicidad y paz a la vida de él o ella quien lo practica. Hace iradiar a los demás un mensaje de amor por el prójimo. No es cosa de ser débil, sino de tener la fuerza interior para compartir con los demás. 

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