Comunicado de Prensa

La Iglesia conmemora la resurrección de Jesucristo 

 

Jesucristo es el Salvador del mundo y el Hijo de Dios. Él es nuestro Redentor. Cada uno de estos títulos señala la verdad de que Jesucristo es el único camino por el que podemos volver a vivir con nuestro Padre Celestial.  

Jesús padeció y fue crucificado por los pecados del mundo, dando así a cada uno de los hijos de Dios el don del arrepentimiento y del perdón. Solamente por medio de Su misericordia y Su gracia cualquier persona puede salvarse. Su posterior resurrección preparó el camino para que cada persona pudiera superar también la muerte física. A estos acontecimientos se les denomina la Expiación. En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y de la muerte. Por ese motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor.

Debido a la Caída de Adán y Eva, estamos sujetos a la muerte física, que ocurre cuando el espíritu se separa del cuerpo. Por medio de la Expiación de Jesucristo, todas las personas resucitarán, o sea, se salvarán de la muerte física (véase 1 Corintios 15:22). La resurrección es la reunión del espíritu con el cuerpo en un estado inmortal, no estando ya sujeto a la enfermedad ni a la muerte.

El Salvador fue la primera persona de esta tierra en resucitar. El Nuevo Testamento contiene varios relatos que testifican que Él se levantó de la tumba (véase Mateo 28:1–8; Marcos 16:1–14; Lucas 24:1–48; Juan 20:1–29; 1 Corintios 15:1–8; 2 Pedro 1:16–17).

La comprensión y el testimonio de la Resurrección pueden darnos esperanza y una visión correcta al experimentar los desafíos, las pruebas y los triunfos de la vida. Podemos tener el consuelo de saber con certeza que el Salvador vive y que mediante Su expiación, Él “quebranta las ligaduras de la muerte, para arrebatarle la victoria a la tumba, y que el aguijón de la muerte sea consumido en la esperanza de gloria” (Alma 22:14 Libro de Mormon).

Thomas S. Monson, Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, testificó: “Con todo mi corazón y el fervor de mi alma levanto mi voz en testimonio, como testigo especial, y declaro que Dios vive; Jesús es Su Hijo, el Unigénito del Padre en la carne. Él es nuestro Redentor y nuestro Mediador ante el Padre. Fue Él quien murió en la cruz para expiar nuestros pecados. Él fue las primicias de la resurrección, y gracias a Su muerte todos volveremos a vivir… Ruego que todo el mundo lo sepa y viva de acuerdo con este conocimiento”.

 

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