Nota de prensa

La Iglesia trabaja en conjunto con el Banco de Alimentos de Alaska para brindar una “Bendición de Acción de Gracias” [en la iniciativa “Thanksgiving Blessing”]

“Es el evento más importante del año”, dijo Daniel Bentle, director de filantropía del Banco de Alimentos de Alaska.

Fueron con la esperanza de disfrutar una comida de Día de Acción de Gracias. Las familias hicieron fila —muchas con niños pequeños— desafiando temperaturas bajo cero, a pesar de que las puertas de la Iglesia Real Life, en Palmer, Alaska, no se abrirían hasta dos horas y media más tarde, el sábado 22 de noviembre de 2025 por la mañana.

Alimento para la reflexión

Casi el 15 % de los habitantes de Alaska sufre inseguridad alimentaria. Eso supone alrededor de 106 000 personas de una población total de 700 000.

Para ayudar a atender esas necesidades, el Banco de Alimentos de Alaska (FBA, por sus siglas en inglés) organizó la iniciativa “Thanksgiving Blessing” [Bendición de Acción de Gracias]. “Atendemos once lugares diferentes, entre Anchorage y el valle [Matanuska y Susitna] e Eagle River”, dice Bentle.

El evento, de dos días de duración, proporciona los ingredientes necesarios para preparar 12 000 cenas de Acción de Gracias, incluso mantequilla producida por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un “manjar” que puede costar hasta $20 dólares estadounidenses por kilo, en un estado que solo cuenta con un único establecimiento de elaboración de lácteos.

“El hecho de que se traigan productos lácteos al estado y el apoyo que hemos recibido de [la Iglesia] es increíble”, añade Bentle.

Krystal Poole y sus cuatro hijos fueron una de las primeras familias en probar el sistema de entrega al estilo autoservicio en Palmer, que ofrecía productos enlatados, patatas [papas], mezcla para preparar relleno, mezcla para preparar panecillos de Acción de Gracias, pasteles, y un pavo congelado, entre otros artículos, que estaban disponibles en todos los sitios de distribución.

“Ser madre soltera con todos mis hijos aquí, y trabajar a tiempo completo, sigue siendo difícil”, dice Poole. “El costo de los alimentos es muy alto en este momento, pero cuando se trata del Día de Acción de Gracias, aun así, queremos brindar a la familia una comida especial, [lo cual] es una bendición, sin duda”.

“Es una bendición”, dice Jessica Betham, quien asistió a la entrega de alimentos “Thanksgiving Blessing” [Bendición de Acción de Gracias] en un centro de reuniones de la Iglesia de Jesucristo en Anchorage, Alaska. “No sé lo que haría [de no ser por esto]. Mis dos hijos menores padecen una enfermedad renal. No puedo ganar tanto [dinero] como quisiera, pues tengo que trabajar desde casa. Es por eso que esto me ayuda muchísimo”.

Voluntarios

El evento anual no sería posible sin los cientos de voluntarios como Helen Maea, quien ha prestado servicio desde que su hijo era bebé, hace ya doce años.

“Me ayuda a sentir que estoy retribuyendo el bien a las personas que me ayudaron. Creo que esta es la manera de hacerlo”, dice Maea. “Quería cambiar mi vida y dejar de vivir en la calle. Estaba sin techo, con dificultades para comer y yendo por el camino equivocado, y el conocer mejor a Dios me ha ayudado a transformar totalmente mi vida”.

Harper Montgomery disfruta de una visita a casa poco usual durante un receso escolar en la región de la costa atlántica de los EE. UU. Pasar tiempo con la familia es algo preciado, pero para Montgomery también es importante servir a sus vecinos.

“Me encanta ver la sonrisa en el rostro de todas estas familias, y para ser sincera, me hace sentir que estoy haciendo… algo bueno. Me gusta mucho hacerlo”, afirma.

Los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días prestaron servicio en varios lugares donde tuvo lugar el programa “Thanksgiving Blessing” [Bendición de Acción de Gracias]. El élder Heaton, de Nevada, dice: “Aquí hay personas de todo tipo de procedencias y circunstancias diferentes. Para mí, eso muestra que ciertamente todos somos hijos de Dios, y que todos podemos necesitar algo de ayuda y un poco más de amor”.

Los voluntarios provienen de todos los ámbitos y denominaciones, y trabajan lado a lado, asegurándose de que se trate con dignidad a todos los beneficiarios.

“Me gusta el hecho de que no te hacen sentir que recibes una limosna”, dice Betham. “Es cálido y cordial, y su actitud es la de personas que vienen dispuestas a ayudar”.

“Estamos muy agradecidos por quienes vendrán y participarán”, dice Jeff Taylor, presidente de la Estaca Wasilla, Alaska (una estaca es un conjunto de congregaciones) de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. “Si no tuviéramos a quienes prestar servicio, el mundo sería un lugar solitario”.

Un esfuerzo colaborativo

Esta enorme labor requiere meses de planificación y la colaboración de decenas de empresas y organizaciones interconfesionales.

La Iglesia de Jesucristo forma parte de esa colaboración. “[La Iglesia] ha intervenido para proveernos un envío de ayuda tras otro”, comenta Bentle.

En Tacoma, Washington, la empresa TOTE Maritime Alaska proporcionó gratuitamente el transporte marítimo en el último tramo hasta Anchorage del contenedor con más de 18 000 kilos de mantequilla y queso que envió la Iglesia.

“TOTE patrocina 40 contenedores al año provenientes de los 48 estados que están más al sur”, dice Frank Kelly, director de operaciones del Banco de Alimentos de Alaska. “Desde el puerto de Tacoma hasta el puerto de Alaska aquí, en Anchorage”.

Larry Green, gerente de Servicios de Bienestar y Autosuficiencia, quien ayuda a organizar la labor de la Iglesia con el Banco de Alimentos de Alaska, dice que está agradecido por la “bondad y generosidad” demostradas por TOTE. “Poder acceder a eso fue fenomenal, pues de lo contrario, estos cargamentos de donaciones solo llegarían a los [48 estados que están más al sur]”.

Otros proyectos y el futuro

Si bien la necesidad que surge en la época de Acción de Gracias es de las mayores necesidades del año, no es la única que el Banco de Alimentos de Alaska atiende con la ayuda de organizaciones como la Iglesia de Jesucristo.

En octubre, la Iglesia donó camiones cargados de alimentos, que se enviaron del Almacén Central del Obispo, en Salt Lake City, para ayudar ante otras dificultades en Alaska.

“Este año, por supuesto, ha sido particularmente singular. Hemos llevado a cabo labores de ayuda ante el tifón Halong, en Alaska occidental”, recuerda Bentle. “Hemos atendido el impacto del cierre de la administración de los EE. UU., que nos ha ocupado durante las últimas semanas”.

La Iglesia tiene previsto seguir colaborando con el Banco de Alimentos de Alaska en el futuro.

“Esta colaboración ha sido maravillosa, esa disposición a escuchar, ese deseo de ayudar, han sido fantásticos para nosotros”, dice Kelly. “La ayuda que la Iglesia ha brindado al Banco de Alimentos de Alaska sin duda nos permite cumplir con nuestra misión de maneras que de lo contrario no podríamos. Se lo agradecemos enormemente”.