“La libertad de religión de las mujeres es un componente fundamental para la paz mundial”, dijo Camille N. Johnson, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, en un discurso ante el Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica, el lunes 4 de marzo, previo al Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo.
El Parlamento Europeo representa a 450 millones de personas que viven en la Unión Europea, conocida como UE, en influye en sus veintisiete estados miembros y los 180 países que tienen embajadas en Bélgica. El evento fue organizado por la Sra. Anja Haga, miembro del Parlamento Europeo, en colaboración con la Oficina de Asuntos Internacionales y de la Unión Europea de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Bruselas. Las presentaciones trataron diferentes perspectivas de la libertad de religión y de creencias e incluyeron dos mesas redondas.
Citando al Presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson, la presidenta Johnson dijo que las mujeres “han sido bendecidas con una brújula moral única” y poseen “dones y predisposiciones espirituales especiales” para percibir las necesidades humanas.
“La hermandad implícita de las mujeres genera la capacidad para edificar sobre un terreno común que forma la base de la paz —una paz que es más que una mera coexistencia en ausencia de guerra— y es algo mucho más hermoso y poderoso, ya que convierte la individualidad en un gran todo”, afirmó ella.
Habilitar la libertad de religión y de creencias de las mujeres las ayuda a alcanzar sus aspiraciones más elevadas, pero cuando las sociedades y los gobiernos restringen las libertades religiosas, el conflicto y la violencia resultantes perjudican más a las mujeres y a los niños.
La presidenta Johnson reconoció que el abuso contra las mujeres, el reclutamiento y la radicalización de las poblaciones en nombre de la libertad de religión son ejemplos extremos y “señales de advertencia”, pero no motivos para restringir las libertades de religión, que son influencias estabilizadoras y posibilitadoras. “En situaciones desesperadas como esas, debemos comunicarnos mejor con nuestras hermanas y realmente hacer posible que superen las divisiones sociales a fin de resolver problemas”, declaró ella.
“Nuestro mayor éxito será desencadenar el poder de nuestra asociación mundial de mujeres al desatar el poder de las mujeres expresado mediante la fe y la conciencia”, dijo ella.
Independientemente de su tradición religiosa o sus antecedentes espirituales, las mujeres tienden a expresar su fe por medio del servicio a los demás. Esta acción motivada por la fe, combinada con las iniciativas de otras mujeres de fe entre todas las divisiones culturales, “fortalecerá la capacidad de nuestra asociación mundial de mujeres para establecer la paz”.
“La asociación de mujeres, libre de prejuicio y opresión, puede traspasar fronteras por medio de los actos más sencillos”, afirmó ella.
“Creo que la obra más importante y de mayor impacto de las mujeres sigue siendo la que realizamos cuando cuidamos de nuestros propios hijos, enseñamos a una amiga a leer, atendemos con paciencia las necesidades de un vecino anciano, preparamos una comida para los enfermos o lloramos con una hermana que está afligida”.
Además de las labores realizadas en la última década para ayudar a los refugiados independientemente de su origen étnico o religioso, la presidenta Johnson compartió ejemplos de cómo la Sociedad de Socorro, la organización mundial de la Iglesia para las mujeres, dirige un proyecto humanitario para toda la Iglesia que atiende las necesidades básicas de las mujeres y los niños. “Colaboramos con otras organizaciones mundiales para dar prioridad al cuidado materno y neonatal, la nutrición infantil, las vacunas y la educación en todo el mundo”, explicó la presidenta Johnson.
Ella relató cómo un proyecto local dirigido por la Iglesia para detectar la desnutrición en niños Santos de los Últimos Días filipinos hizo que varias organizaciones que tratan y previenen la desnutrición en Filipinas se unieran a la Iglesia para apoyar. Se han realizado pruebas a más de 14 000 niños para detectar la desnutrición, y esta iniciativa se está implementando en más de mil congregaciones en doce países, explicó ella.
Aunque es imposible llegar a cada persona del mundo por medio de programas y normas, “por medio de nuestra asociación mundial de mujeres podemos llegar a cada alma”, afirmó ella.
“El tender la mano más allá de las barreras religiosas edifica la paz y hace posible nuestra asociación mundial de mujeres”, concluyó la presidenta Johnson. “Amigas y amigos, podemos lograr lo que ningún gobierno puede hacer: una asociación mundial de mujeres pacificadoras”.
Francesco Di Lillo, director de la Oficina de Asuntos Internacionales y de la Unión Europea de la Iglesia en Bruselas, quien moderó la mesa redonda, dijo que espera que “este evento suscite más diálogo y colaboración entre los líderes religiosos y políticos, así como en la sociedad civil, para promover y proteger la libertad de religión de las mujeres en todo el mundo”.
Al concluir el evento, Anja Haga, quien fue la anfitriona del mismo, dijo: “Si queremos paz, tenemos que defender la libertad de religión, y ustedes tienen que luchar por la libertad de religión de las mujeres. Así es como se establece la paz en el mundo”.