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Por Rachel Sterzer Gibson, Church News
Todos vienen a la tierra con una profunda necesidad emocional de ser aceptados por los demás — de pertenecer.
“¿Puede la Sociedad de Socorro brindar la promesa de pertenencia? Sí”, declaró la presidenta general de la Sociedad de Socorro, Jean B. Bingham.
Durante una sesión de la Conferencia de Mujeres de BYU el jueves por la mañana, la presidenta Bingham estuvo acompañada por sus consejeras de la presidencia general de la Sociedad de Socorro —la hermana Sharon Eubank y la hermana Reyna Isabel Aburto— para ofrecer ideas de cómo extender la promesa de pertenencia a cada hermana de la Iglesia.
En este mundo “hermoso pero desafiante”, a veces las personas pueden encontrar un vínculo estrecho con los demás, y otras veces es difícil, señaló la hermana Eubank. “¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente a sentir esa misma aceptación y amor seguros que experimentamos en nuestro hogar celestial?”
Todas las mujeres de la Iglesia, ya sea que acaben de salir de la secundaria, que sean profesionales, madres de niños pequeños, mujeres que han experimentado el divorcio, viudas —o cualquier combinación de esas situaciones— pertenecen absolutamente a la Sociedad de Socorro, aseguró la hermana Eubank.
La presidenta Bingham explicó que a medida que las mujeres de la Iglesia recuerden quiénes son y los convenios que han hecho, llegarán a verse unas a otras como “hermanas eternas” que lucharon hombro a hombro en la preexistencia por el derecho a elegir y confiaron en que el Salvador cumpliría Su promesa.
Cuando las mujeres se ven unas a otras desde una perspectiva eterna —o como una “hermana eterna”— “nos alegramos de los éxitos de las demás, compartimos las penas de las demás, nos perdonamos los errores y nos fortalecemos mutuamente en nuestra debilidad”, dijo.
Es cierto que es necesario mejorar, dijo la presidenta Bingham. “Los estudios han demostrado que la razón número uno por la que las personas abandonan la religión es que se sienten juzgadas o no bienvenidas. Eso se cita con más frecuencia que el desacuerdo doctrinal o la falta de creencias”.
La presidenta Bingham citó entonces a su madre, que solía decir, “Sé una luz, no un juez”.
“Nuestra responsabilidad es extender una mano y un corazón abierto. Al hacerlo, descubrimos que hemos creado un lugar seguro para compartir, un lugar seguro para crecer, un lugar seguro para llegar a ser lo mejor de nosotras mismas”, dijo.
La hermana Aburto guió a los oyentes a través de un ejercicio para practicar cómo responder con amor para que la Sociedad de Socorro sea un lugar al que toda mujer sienta que pertenece.
En el ejercicio, la hermana Aburto presentó un escenario y luego dio dos respuestas y preguntó “¿Cuál es la mejor respuesta?”
Tanto si se trata de una misionera que ha vuelto a casa antes de tiempo, de un matrimonio sin hijos o de una amiga que cuenta que se va a divorciar, la mejor respuesta es “mirar, escuchar y responder con amor”.
La presidenta Bingham señaló que muchos de sus oyentes están firmemente conectados a un grupo de la Sociedad de Socorro que les ofrece apoyo y ánimo.
Luego animó a los oyentes a “darse la vuelta y mirar fuera de su círculo. ¿Quiénes son las mujeres que no están comprometidas? ¿Quiénes dudan en unirse, son reacias a hablar o se niegan a participar? … ¿Cómo podemos traer a todas las hermanas al círculo?
La presidenta Bingham usó el ejemplo de una presidenta de la Sociedad de Socorro de barrio llamada Chris, que pudo influir en una mujer de su barrio llamada Cecilia siguiendo un modelo inspirado.
“Chris descubrió los puntos fuertes de Cecilia, le pidió que se involucrara, le proporcionó el andamiaje que necesitaba para tener éxito, la apoyó en la revelación que recibió y le permitió cumplir con su responsabilidad”, explicó la presidenta Bingham.
A continuación, la hermana Eubank presentó a su amiga, Jessica Livier Mendoza de la Vega, o Liv, quien es presidenta de las Mujeres Jóvenes, hija, ex misionera, se identifica como queer y es discípulo de Jesucristo.
Cuando se le preguntó acerca de las formas que la ayudarían a sentirse bienvenida y parte de la congregación, Liv respondió: “Nunca se equivocarán si comienzan con una disposición amorosa. Puede que no sepan lo que deben decir. Pueden preguntarme. Les escucharé y espero que ustedes me escuchen”.
Cuando se le preguntó sobre cómo dar la bienvenida a los demás, Liv señaló la importancia de recordar que todos están pasando por cosas complicadas y dolorosas. “Pero todos somos hijos de Dios”, dijo Liv. “El apoyo, las oraciones, la amistad, la confianza significan mucho para cada persona en su camino. Las familias no tienen que elegir entre aceptar a su hijo o hermano y sus propias creencias. Honrar el albedrío es tan importante ahora como lo fue en el cielo. Podemos mantenernos adheridos a nuestras creencias y aun así recibir a personas que pueden ser muy diferentes a nosotros”.
El Salvador usó la imagen de una gallina juntando a sus polluelos bajo sus alas para describir su relación con Sus discípulos, dijo la hermana Aburto. “Una gallina cuida a sus polluelos todo el día y toda la noche. Los alimenta y los llama constantemente. … De la misma manera, el Salvador nos reúne con Su cuidado y amor. Como los polluelos, somos vulnerables y dependemos de Su gracia. Como discípulos de Cristo, nosotros también podemos ayudar a reunir a su pueblo. Esto nos llena de gozo”.
La presidenta Bingham alentó a las hermanas a fortalecer los lazos de hermandad con todas las mujeres de sus barrios o ramas. “La Sociedad de Socorro debe apoyar a todas las mujeres, para ayudarlas a sentirse siempre parte de nuestra hermandad divina y eterna”.
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