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Por Valerie Walton, Church News
La doctrina de la divinidad dentro de cada persona es clara, enseñó el élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, al finalizar la Conferencia de Mujeres de BYU 2021.
Como dice en La familia: Una proclamación para el mundo: “Cada uno [de nosotros] es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divino”.
“¿Pero lo creen?” preguntó el élder Rasband. “¿Creen que ustedes, hijas de Dios, tienen trabajo que hacer en la tierra como parte del plan eterno?”
Al enfocarse en el destino divino y en el papel de las hijas de Dios en sus comentarios, el élder Rasband dijo, “Ustedes han venido justo en este momento para edificar valientemente el reino de Dios en la tierra”.
El élder Rasband y su esposa, la hermana Melanie Rasband, fueron los últimos discursantes el 30 de abril en la conferencia de dos días, que se emitió desde el Marriott Center de la Universidad Brigham Young y se transmitió en vivo por internet.
La hermana Rasband presentó a su esposo diciendo que no se había casado originalmente con un apóstol. “Me casé con un joven que volvía a casa después de servir una misión para el Señor. … Sabía que él honraría sus convenios, que sería fiel al Señor y a mí, y que proveería y ayudaría a criar a nuestra familia en el Evangelio”, dijo.
Compartió su entusiasmo por escucharlo hablar sobre el tema de la conferencia de mujeres: “Soy una hija de Dios; Sus promesas se cumplirán”. “Es un principio simple pero primordial del Evangelio que, si se reconoce y aprecia plenamente, puede proporcionarnos un gran poder y fortaleza para ser todo lo que podamos ser y hacer nuestra parte en estos últimos días con la guía del Espíritu Santo”, dijo la hermana Rasband.
“Me siento bendecido todos los días por su testimonio del Evangelio y el testimonio que da a nuestros hijos, nietos y ahora bisnietos, de que Jesús es el Cristo”, dijo el élder Rasband sobre los comentarios de su esposa.
Atribuyó el mérito de su presencia allí ese día a los testimonios de mujeres importantes en su vida como su esposa y su madre, Verda Rasband. “Su ética de trabajo era notable”, dijo de su madre, “pero los convenios que hizo con su Padre Celestial fueron la fuente de su fortaleza. Ella esperaba lo mismo de mí …”.
Su madre enseñó al “pequeño Ronnie Rasband” a trabajar, a quedarse con una tarea hasta terminarla, a amar las Escrituras y a acudir al Señor en busca de respuestas. Cuando era “lo suficientemente mayor como para meterse en problemas”, ella le pidió que le prometiera que guardaría la Palabra de Sabiduría — una promesa de la que nunca ha tratado de desviarse. “Una y otra vez me dio su testimonio”, dijo el élder Rasband.
De su madre aprendió el camino de regreso a casa con el Padre Celestial. “Creo que, por designio divino, ese era parte de su propósito en la vida terrenal”, dijo.
Él y su familia han sido bendecidos por convenios hechos en el templo. Cualquiera que haga y guarde convenios sagrados en el templo, casado o no, recibirá las bendiciones eternas de pertenecer al Señor, dijo el élder Rasband. “En mi humilde opinión, no hay nada mejor que eso”.
“Todos son iguales ante el Señor”, dijo el élder Rasband. “Él ve su justo deseo de seguir avanzando en el sendero del convenio, ya que, sin duda, se enfrentan a vientos en contra, quizás incluso la mayor parte del tiempo. … Él las ve como realmente son — hijas de Dios; y les llama, una por una, ‘Venid a mí’” (Mateo 11:28).
Es una reprimenda impresionante para estas cinco que no habían llenado sus almas con el conocimiento del Salvador al seguir Su ejemplo.
Jesucristo ha expiado todos los pecados de los hijos de Dios, tomando sobre sí los momentos más duros de todos los mortales. Se entregó humilde y plenamente a la voluntad de su Padre. “No se puede exagerar la magnitud de los últimos días de nuestro Redentor”, dijo el élder Rasband.
En el bautismo, los miembros de la Iglesia hicieron convenio de servir al Señor y guardar Sus mandamientos, comprometidos a ser llamados pueblo de Dios, llevar las cargas los unos de los otros, llorar con los que lloran, consolar a los que necesitan consuelo y ser testigos de Dios, dijo el élder Rasband. Los convenios bautismales se renuevan cada semana al participar de la Santa Cena.
Para terminar, el élder Rasband dijo, “Las dejo con mi bendición apostólica de que, como hijas de Dios, reconocerán la divinidad dentro de ustedes, que orarán por la guía de su Padre Celestial y que alimentarán un corazón lleno de amor. … Que sepan de su profunda influencia y que sirvan con devoción a su Padre Celestial”.
En los momentos difíciles o de soledad, las promesas eternas se cumplen. El Salvador ha tomado sobre sí todos los dolores, los pecados y las adversidades paralizantes que han asolado a los hijos de Dios desde el principio de los tiempos, y puede comprender lo que siente cada persona. En palabras poderosas dadas a José Smith mientras estaba en la Cárcel de Liberty, “El Hijo del Hombre ha descendido debajo de todo ello. ¿Eres tú mayor que él? Por tanto, persevera en tu camino, … no temas, pues, lo que pueda hacer el hombre, porque Dios estará contigo para siempre jamás” (Doctrina y Convenios 122:8-9).
“Aférrense a las promesas que han recibido y a las promesas y convenios que han hecho”, dijo el élder Rasband.
Habló sobre la necesidad de ser constantemente fieles a los convenios y promesas que hemos hecho a lo largo de la vida terrenal al enseñar acerca de la parábola de las diez vírgenes que se encuentra en Mateo 25.
Las diez vírgenes representan a los miembros de la Iglesia y el novio representa a Jesucristo. Cinco vírgenes prudentes llevaron aceite para sus lámparas y salieron a recibir al novio. Las cinco vírgenes insensatas no tomaron aceite para sus lámparas y el novio las rechazó.
“El Señor explicó en las Escrituras de los últimos días que las vírgenes prudentes son aquellas que ‘han recibido la verdad, y han tomado al Espíritu Santo por guía y no han sido engañadas’” (Doctrina y Convenios 45:57), dijo el élder Rasband.
Cuando llegó el clamor de que venía el esposo, las vírgenes prudentes llenaron y encendieron sus lámparas. Las vírgenes insensatas pidieron aceite a las prudentes, pero estas no pudieron compartir su aceite porque “representaba más de lo que venía en un frasco”, dijo. Este aceite había sido recolectado “esforzándose siempre por vivir fieles a sus convenios con el Señor”.
El aceite es el amor por Dios el Padre y Jesucristo, es un deseo de vivir con integridad, adorando en el templo, son las conexiones y la gratitud por las familias, el participar y honrar los convenios, la comprensión doctrinal mediante el estudio de las palabras del Salvador en las Escrituras y de los profetas vivientes, el pagar el diezmo, el cumplir con los llamamientos, la misericordia, el arrepentimiento y el recurrir a la Expiación de Cristo.
“En el relato, las insensatas fueron al mercado”, dijo el élder Rasband. Sin embargo, “no pueden comprar el aceite del testimonio”.
Cuando las vírgenes insensatas intentaron unirse a la boda, el novio dijo: “De cierto os digo que no os conozco” (Mateo 25:10-12).
“Ahora, la traducción de José Smith es aún más explícita”, dijo el élder Rasband. “En lugar de decir ‘No os conozco’, la revelación dice, ‘De cierto os digo que no me conocéis’” (TJS Mateo 25:11).
Es una reprimenda impresionante para estas cinco que no habían llenado sus almas con el conocimiento del Salvador al seguir Su ejemplo.
Jesucristo ha expiado todos los pecados de los hijos de Dios, tomando sobre sí los momentos más duros de todos los mortales. Se entregó humilde y plenamente a la voluntad de su Padre. “No se puede exagerar la magnitud de los últimos días de nuestro Redentor”, dijo el élder Rasband.
En el bautismo, los miembros de la Iglesia hicieron convenio de servir al Señor y guardar Sus mandamientos, comprometidos a ser llamados pueblo de Dios, llevar las cargas los unos de los otros, llorar con los que lloran, consolar a los que necesitan consuelo y ser testigos de Dios, dijo el élder Rasband. Los convenios bautismales se renuevan cada semana al participar de la Santa Cena.
Para terminar, el élder Rasband dijo, “Las dejo con mi bendición apostólica de que, como hijas de Dios, reconocerán la divinidad dentro de ustedes, que orarán por la guía de su Padre Celestial y que alimentarán un corazón lleno de amor. … Que sepan de su profunda influencia y que sirvan con devoción a su Padre Celestial”.
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