El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) mantuvo durante mucho tiempo una pequeña ofrenda de la viuda prominentemente en su aparador. Para el decimoquinto presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue "un recordatorio, un recordatorio constante, de la santidad de los fondos que hemos de gestionar. Estos provienen de la viuda; son su ofrenda, así como la ofrenda del rico, y se han de utilizar con cuidado y prudencia para los propósitos del Señor 1”.
A lo largo de la historia de la Iglesia, ya sea en tiempos de escasez o abundancia económica, pocos son los asuntos que preocupan más o los líderes de la Iglesia prestan mayor atención que el uso de los donativos de diezmos consagrados. La manera en que la Iglesia de Jesucristo, o cualquier otra religión, administra sus diezmos y ofrendas es una parte importante de las libertades concedidas a las religiones como parte de sus responsabilidades sagradas.
Esto se puso de relieve recientemente cuando el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito de los Estados Unidos desestimó por unanimidad (11-0) una demanda que impugnaba la forma en que se utilizaron los fondos de la Iglesia y las ganancias de las inversiones para un proyecto de la Iglesia. Las decisiones unánimes de esta naturaleza son raras y notables, y los jueces enviaron un mensaje claro en su fallo:
“Ningún miembro razonable del jurado podría concluir que la iglesia tergiversó la fuente de fondos para el proyecto de City Creek”2.
En el cuidadoso uso de los fondos del diezmo, los profetas actúan sabiendo que, en última instancia, son responsables ante el Juez Supremo, el Señor Jesucristo, por la forma en que se utilizan esos sagrados donativos. Esa mayordomía es lo que más pesa.
El principio bíblico del diezmo —dar el diez por ciento de nuestros ingresos para contribuir a la obra del Señor a través de Su Iglesia— viene con una promesa tanto antigua como moderna de que Dios “os abrirá las ventanas de los cielos, y derramará sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”3.
Esa bendición se está cumpliendo en la actualidad. La Iglesia ha sido bendecida con los recursos necesarios de las sagradas donaciones de diezmos para apoyar la obra espiritual y temporal mundial de ayudar a las personas a vivir el Evangelio de Jesucristo, cuidar de los necesitados, invitar a todos a recibir el Evangelio de Jesucristo y unir a las familias por la eternidad.
La administración prudente de estos fondos —y una comprensión más profunda de cómo los cuida la Iglesia y los protege la ley— garantizará que la gran obra del Señor continúe bendiciendo a millones de personas en todo el mundo.
En el siguiente video, vea al élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, responder preguntas sobre las finanzas de la Iglesia en la Silicon Slopes Summit en el Delta Center en Salt Lake City el 28 de septiembre de 2023.
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