En esta época de Pascua de Resurrección, conmemoramos con gratitud la resurrección de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Proclamamos con gozo y solemnemente testificamos que, gracias a Jesucristo, todos volveremos a vivir.
El aspecto fundamental del plan eterno de Dios es la misión de Su Hijo, Jesucristo. Él vino para redimir a los hijos de Dios. Por medio de la expiación del Salvador, la resurrección y la inmortalidad se convirtieron en una realidad para todos y la vida eterna pasó a ser una posibilidad para todos los que cumplan los requisitos. Jesús declaró:
“… Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25–26).
¡Demos gracias a Dios por la expiación de Jesucristo y por Su don de la resurrección!