El 24 de julio La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días conmemora la llegada de los pioneros al valle de Salt Lake en el estado de Utah en 1847. Fueron echados de sus hogares en el este de los Estados Unidos y tuvieron que pasar muchas dificultades y tribulaciones en rumbo al nuevo hogar, una jornada de aproximadamente 1,300 millas a través de las llanuras y montañas del país.
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Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
El conocimiento de la verdad les dio la fuerza para soportar tan grandes pérdidas de bienes y muchos ofrendaron su vida durante la travesía. Thomas S. Monson, presidente de la Iglesia, habló del valor de estos pioneros mormones y como nosotros podemos tomar su ejemplo para mejorar nuestras condiciones actuales, en el siguiente comentario:
“Esos pioneros recordaban las palabras del Señor: “Es preciso que los de mi pueblo sean probados en todas las cosas, a fin de que estén preparados para recibir la gloria que tengo para ellos, sí, la gloria de Sión.
“El paso del tiempo nos empaña la memoria y disminuye nuestro aprecio por quienes anduvieron por la senda del dolor y dejaron atrás un sendero de sepulcros sin nombre marcado por las lágrimas. Pero ¿qué sucede con los retos que enfrentamos hoy en día? ¿No hay caminos escabrosos que recorrer, montañas escarpadas que subir, abismos que cruzar, senderos que abrir o ríos que vadear? ¿No hay acaso en esta época una necesidad de que aquel mismo espíritu pionero nos aleje de los peligros que amenazan hundirnos y nos guíe a una tierra de promisión y seguridad?
“En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las normas de moralidad han decaído cada vez más. Los delitos suben vertiginosamente y la decencia disminuye a toda velocidad. Muchas personas viven en una constante montaña rusa del desastre, buscando la emoción del momento mientras sacrifican los promesas de la eternidad. Es así como perdemos el derecho a la paz.
“Olvidamos cómo los griegos y los romanos predominaron magníficamente en un mundo brutal y cómo acabó esa época triunfal, la forma en que la negligencia y la debilidad moral finalmente los llevaron a la ruina. Al final, más que desear la libertad, deseaban seguridad y una vida cómoda; y lo perdieron todo: la seguridad, la comodidad y la libertad.
“No cedan a las tentaciones de Satanás; más bien, permanezcan firmes en la verdad. La búsqueda interminable del gozo en las emociones fuertes y en el vicio no calmará los anhelos insatisfechos del alma. El vicio jamás conduce a la virtud; el odio nunca fomenta el amor; la cobardía nunca infunde valor; la duda jamás inspira la fe.
“A algunas personas les es difícil soportar el escarnio y los comentarios desagradables de los insensatos que ridiculizan la castidad, la honradez y la obediencia a los mandamientos de Dios. Pero el mundo siempre ha menospreciado la adherencia a los principios correctos. Cuando a Noé se le mandó construir un arca, el pueblo necio miró al cielo sin nubes y se burló y se mofó de él… hasta que llegó la lluvia.
“¿Es necesario que aprendamos lecciones tan costosas una y otra vez? Los tiempos cambian, pero la verdad perdura. Cuando no aprovechamos las experiencias del pasado, estamos condenados a repetirlas con todo su pesar, sufrimiento y angustia. ¿Carecemos de la sabiduría de obedecer a Aquél que conoce el fin desde el principio —nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien trazó el Plan de Salvación— en vez de a la serpiente, que desdeñó su belleza?
“En el diccionario se define el término pionero de la siguiente manera: “Persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana”. ¿Podemos, de algún modo, armarnos del valor y de la firmeza de propósito que caracterizaban a los pioneros de generaciones pasadas? ¿Podemos ustedes y yo, también, ser pioneros?
“Sé que podemos. ¡Oh, cuánto necesita el mundo pioneros hoy en día!”