Después de una renovación de dos años y medio, el hermoso e icónico Templo de Manti, Utah, ahora se rededica como Casa del Señor. Dedicado originalmente en 1888, es uno de los templos más antiguos de la época de los pioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
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Una parte integral de la renovación se centró en la restauración de obras de arte de valor incalculable que se han convertido en sinónimos de esta estructura sagrada.
“Era necesario hacerse cargo de los murales”, dijo Emiline Twitchell, conservadora del Departamento de Historia de la Iglesia responsable del proyecto para la Iglesia de Jesucristo. “Extender la vida útil de estos murales significa preservar un punto de acceso simbólico a una mayor comprensión de nuestra adoración en el templo, nuestra teología y nuestra relación con lo divino”.
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El objetivo
Cada uno de los murales, realizados por afamados artistas de la época, representa un marco histórico diferente: uno de ellos ilustra la creación de la tierra, otro simboliza el Jardín de Edén y el tercero representa el mundo caído.
Estas obras de arte adornan tres salas de instrucción del Templo de Manti, Utah, donde los Santos de los Últimos Días hacen acuerdos consagrados con Dios y reciben una comprensión más profunda de Su plan de salvación y de la Expiación de Jesucristo. Quienes adoran allí también aprenden y obtienen un mayor aprecio por Su sacrificio, el cual nos permite regresar a la presencia de nuestros padres celestiales como familias unidas por la eternidad.
Ese profundo significado espiritual es la razón por la que la Iglesia de Jesucristo hace todo lo posible por preservar obras de arte tan importantes como estas, y es por eso que se encargó su restauración a un equipo de conservadores de élite.
Descubrir la verdad
“Es un privilegio trabajar aquí”, dijo Elizabeth Kendall, propietaria y codirectora de PARMA Conservation (Preservación y Recuperación de Obras Maestras de Arte, por sus siglas en inglés). “Hemos descubierto algo que ha estado cubierto durante décadas”.
A modo de detectives forenses, Kendall y su equipo aplican la experiencia, la química y un toque delicado para retirar años de capas de pintura y aplicación incorrecta de acabados agresivos. Su minucioso trabajo se basa en una estricta adhesión a la ética de “descubrir la verdad”.
“La verdad es lo que el artista deseaba que viéramos”, dijo Peter Schoenmann, codirector de PARMA Conservation. “Simple y llanamente, hay diferentes capas de oscurecimiento que pueden enturbiar la verdad, y el trabajo de un conservador es conservar únicamente el original”.
El equipo de PARMA pasó varias semanas en el templo
descubriendo la verdad. Uno de los desafíos fue eliminar el tipo incorrecto de barniz aplicado hace décadas, el cual se había adherido químicamente a la pintura del artista que se encontraba debajo.
“Tuvimos que hacer muchas pruebas para saber qué tipo de disolventes eliminarían la capa de barniz, que se estaba endureciendo y estaba agrietando y decolorando la pintura. Realmente hace que sea difícil revertirlo”, dijo Twitchell.
“Se encontraba en un punto en el que nadie habría podido retirarlo en absoluto”, dijo Kendall. “Por lo tanto, los murales habrían quedado como están, y nadie habría podido llegar al original”
Equipados con años de experiencia, los conservadores fueron capaces de encontrar la combinación correcta de solventes y métodos de eliminación para revelar el color original que el artista aplicó hace casi 140 años. “Hay que desentrañar el secreto con la química. Eso es lo que hacemos todos los días cuando trabajamos en un lugar como este”, dijo Schoenmann.
Los murales de los artistas
En 1867, la Iglesia encargó a C. C. A. Christensen que pintara el mural de la sala de la creación.
Christensen pintó la historia de la Creación comenzando con el relato de Génesis en la Biblia, una escena que se mueve secuencialmente alrededor de la sala.
“El mayor desafío […] fue la sala de la creación, porque tenía todas las capas de restauraciones anteriores”, dijo Kendall. “Encontramos por lo menos cuatro tipos de capas de barniz, así como un recubrimiento que es muy difícil de quitar. Él era un artista excepcional, y la gente no lo vio hasta que quitamos todas las restauraciones que se habían hecho a lo largo de las décadas”.
A diferencia del mural de la sala de la creación, que estaba pintado sobre yeso, el mural de la sala del jardín que representa el Jardín de Edén estaba pintado sobre lienzo y ofrecía sus propios desafíos.
“La pared de yeso en sí es lo que se agrieta”, dijo Schoenmann. “Luego se transpone y se transfiere al lienzo, y el lienzo se parte. Tenemos que ser quirúrgicos en todo lo que hacemos para que la reparación de una grieta parezca invisible o desaparezca”.
“Usamos pinceles diminutos, incluso en grietas que son grandes”, explicó Kendall. “Solo pintamos el lugar preciso donde está la grieta”.
El equipo de PARMA también restauró murales en el bautisterio.
En el bautisterio, los Santos de los Últimos Días pueden ser bautizados como representantes de aquellos de sus antepasados que no tuvieron la oportunidad de hacerlo en esta vida.
El mural de lo que se conoce como la sala del mundo, quizás el más famoso del Templo de Manti, Utah, también fue creado por Minerva Teichert en la década de 1940. Era la primera vez que se escogía a una mujer que recibiera un encargo así por parte de la Iglesia.
Teichert representa el mundo después del gran diluvio, retratando la torre de Babel y personajes del Antiguo Testamento en movimiento.
En la pared oeste de la sala del mundo, Teichert representa al jefe de una tribu indígena, que sugiere que el continente americano es el lugar de recogimiento de Sion en los últimos días.
Con la ayuda de un asistente, Teichert terminó el mural de 370 metros cuadrados (4000 pies cuadrados) en solo veintitrés días.
A diferencia de los desafíos que ofrecía la sala de la creación, el mural del mundo estaba en tan buenas condiciones que solo hubo que limpiarlo pero, debido al gran tamaño de las pinturas murales, hizo falta mucha limpieza, dijo Kendall.
Preservados por generaciones
Los murales que una vez estuvieron descoloridos y amarillentos ahora son más brillantes, ricos y vibrantes, tal como lucían hace décadas, y eso se debe a los dedicados conservadores que valoran el tiempo que dedican a preservar estas obras de arte históricas y sagradas.
“Estos murales tienen un propósito para los Santos de los Últimos Días. Esperamos que se conserven durante muchas, muchas generaciones más”, dijo Schoenmann. “Nos sentimos privilegiados de haberlos visto y de haber cuidado de ellos”.