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Cuando familiares y amigos se unieron a los líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para rendir tributo en su funeral el viernes 28 de julio, la hermana Patricia T. Holland fue recordada como una esposa y madre amorosa, que amaba al Padre Celestial y a Jesucristo y, en palabras del presidente Russell M. Nelson, “única en su tipo, verdaderamente una dama elegida”.
Como último discursante en el servicio que se llevó a cabo en el Teatro del Centro de Conferencias de Salt Lake City, el Presidente de la Iglesia reconoció el servicio y el ejemplo polifacéticos de la hermana Holland, en calidad de esposa del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ex consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes y “primera dama” de la Universidad Brigham Young, mientras su esposo servía como rector.
“Ella ocupa una posición única en nuestra historia de los Santos de los Últimos Días”, afirmó el presidente Nelson, relacionándola con Emma Smith y Eliza R. Snow como aquellas que han estado casadas con un profeta, vidente y revelador, y que han servido como Oficial General de la Iglesia.
“La hermana Holland ocupa así una posición singular en los anales de la historia de la Iglesia”, enfatizó. “Su extraordinaria influencia sobre millones de mujeres y hombres, literalmente, no se puede sobrestimar”.
Nacida el 16 de febrero de 1942 en Enterprise, Utah, hija de Maeser W. y Marilla Terry, la hermana Holland —madre de tres hijos, abuela de trece nietos y bisabuela de cinco bisnietos— será recordada por su vida llena de fe, definida por la dedicación, el servicio y el testimonio. Ella falleció el jueves 20 de julio, a los ochenta y un años de edad.
Después del servicio del viernes, la hermana Holland será sepultada en St. George, Utah, el sábado 29 de julio.
El teatro, de 850 asientos, estuvo completamente lleno, y los demás concurrentes se esparcieron por otras áreas del Centro de Conferencias. El servicio se transmitió en directo por LaIglesiadeJesucristo.org.
Al funeral asistieron miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia, así como otras autoridades y oficiales generales, miembros de la familia Holland y numerosos amigos.
En el servicio de una hora de duración del viernes también hablaron sus tres hijos: David F. Holland, Mary Alice Holland McCann y el élder Matthew S. Holland, Setenta Autoridad General. Este último también leyó un mensaje de su padre y esposo de la hermana Holland.
“Este es el año número sesenta de mi matrimonio con la mujer más grandiosa que he conocido”, escribió el élder Jeffrey R. Holland en su mensaje. “Estoy desconsolado […]. La pérdida de Pat de forma tan inesperada ha sido devastadora. Siento el poder sustentador de sus oraciones y estoy agradecido”.
Después agregó: “Ella era todo lo que una compañera podía ser en este mundo, y doy gracias a Dios porque nos tendremos el uno al otro en el mundo venidero”.
Ese fue solo uno de los muchos momentos en que los mensajes se centraron en el Plan de Salvación del Padre Celestial, la expiación de Jesucristo y la forma en que la hermana Holland vivió una vida ejemplar en armonía con los principios y los convenios que conducen a la vida eterna.
“La hermana Patricia Holland es exactamente lo que significa una mujer celestial”, señaló el presidente Nelson. “Hoy lloramos por el fallecimiento de una persona muy amada por su familia, y esa familia es la población entera del mundo, en realidad. Sin embargo, nos regocijamos a causa de la vida celestial que vivió”.
El profeta llamó a la muerte un “paso” y una “puerta en la senda del progreso eterno”, y agregó que la resurrección de la hermana Holland es cierta y que la vida eterna está por venir.
“La muerte es tanto una necesidad como una bendición”, apuntó. “El gran plan de felicidad de Dios requiere que cada uno de nosotros pase por esa puerta. El espíritu justo de la hermana Holland ha nacido de nuevo en el paraíso de Dios. Ella continúa en su camino hacia la vida eterna”.
La fecha más importante de su vida, dijo el presidente Nelson, no es su fecha de nacimiento ni su fecha de defunción, sino más bien el 7 de junio de 1963, cuando los Holland fueron sellados en el Templo de St. George, Utah. “La razón misma por la que se creó la tierra es para que las familias puedan formarse y puedan sellarse unas a otras. Mientras que la salvación es un asunto personal, la exaltación es un asunto familiar. Nadie puede exaltarse solo”.
Gracias a la expiación de Jesucristo y a su vida como una mujer devota que guardaba los convenios, la hermana Holland tiene un futuro glorioso, indicó el presidente Nelson. “Bajo el gran plan de felicidad de Dios, ella puede perfeccionarse en Cristo. Patricia recuperará la unión de su cuerpo y su espíritu, el vigor de su juventud y alcanzará su fulgor completo de gloria celestial en su estado perfeccionado”.
En sus mensajes, los tres hijos de la hermana Holland ofrecieron una larga lista de sus atributos y talentos, y el élder Matthew Holland dijo: “Es imposible pensar en mi madre sin pensar en su amor por el Señor y Su santa palabra”.
Mary Alice Holland McCann habló sobre el don de su madre para enseñar el Evangelio: “Parte de ese don fue que cuando nos lastimábamos y la buscábamos, nos consolaba y nos conducía al Salvador mientras ella se apartaba suavemente del camino para que pudiéramos hallar nuestro consuelo en Él”.
Y David F. Holland habló de ser “nutridos a los pies de una discípula de Cristo que nos enseñó desde nuestros primeros recuerdos a reconocer a Dios como nuestro Padre y nuestro Amigo, un Ser digno de nuestra completa confianza y merecedor de nuestras más profundas devociones”.
“Mi madre conocía el Evangelio restaurado”, aseveró David F. Holland. “Ella sostuvo de manera resuelta a los profetas vivientes, incluyendo su compromiso con el ministerio de mi padre, el cual apoyó en su plena medida”.
También conocía y tenía una profunda comprensión y un testimonio del Plan de Salvación, del Padre Celestial, del Salvador Jesucristo. “No dudamos de que nuestra madre lo sabía”, dijo. “Ella vivió su vida de acuerdo con ese conocimiento, y su legado nos pedirá de forma perpetua que hagamos lo mismo”.
Las propias palabras de la hermana Holland se leyeron en su funeral.
En las enseñanzas que citó su hija, la hermana Holland afirmó: “La expiación compasiva de Cristo es más poderosa incluso que el amor de una madre. Él nos tiene grabados en las palmas de Sus manos, y esas marcas nos aseguran que nunca nos olvidará. Doy mi testimonio de que Él nunca se olvidará de nosotros”.
Y el élder Matthew S. Holland citó a su madre al hablar de una larga hospitalización que tuvo en 2015, mientras luchaba contra una enfermedad pulmonar casi fatal. “Quería que Jeff y su sacerdocio estuvieran conmigo de manera constante”, dijo ella. “Como él no siempre podía estar a mi lado, deseé la mejor alternativa. Deseaba tener mi Libro de Mormón en mis manos, sosteniéndolo; y cuando dormía, lo quería debajo de mi almohada […]. Sabía que si vivía, sería debido a las bendiciones y a las verdades que he estudiado tantas veces en este Evangelio que el Libro de Mormón enseña”.
El hijo mayor de los Holland señaló que la hermana Holland vivió ocho años más después de esa grave crisis de salud, agradeciendo a Dios el “preciado tiempo adicional” para disfrutar de su amor y la luz de su bondad.
“¿Y ahora qué haremos?”, preguntó. “Seguir su ejemplo. Es momento de confiar, como siempre confió ella, en la bondad y en el tiempo de Dios, y de volvernos, como ella siempre se volvió, al poder y a la dirección de Su palabra”.
En su mensaje, el élder Jeffrey R. Holland concluyó con su testimonio del Cristo viviente. “Debido a Su victoria expiatoria acompañada por el poder para sellar, no hay fin para el amor que Pat y yo hemos compartido, un amor que ha hecho que nuestro hogar se sienta como el cielo y que algún día hará que el cielo se sienta como nuestro hogar”.