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Nota de prensa

Elevar la vida de las familias de Liberia

Cómo el Programa Mundial de Alimentos y la Iglesia ayudan a los liberianos a llegar a ser autosuficientes

Al mirar a los ojos a los niños de la escuela primaria de Careysburg, Liberia, es fácil recordar el amor eterno que Jesús tiene por ellos.

“Él dijo: ‘Dejad a los niños venir a mí, […] porque de los tales es el reino de Dios’”, dijo el élder S. Gifford Nielsen, presidente del Área África Oeste de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. “Y eso es lo que debemos hacer. Y eso es lo que estamos haciendo aquí en Liberia”.

El élder Nielsen y su segundo consejero, el élder Alfred Kyungu, pasaron la semana pasada observando los frutos de la labor del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en varias partes de Liberia. La Iglesia de Jesucristo ayuda a financiar los esfuerzos mundiales del PMA para contrarrestar la inseguridad alimentaria.

En Liberia, casi el 84 % de las familias viven con menos de $ 1,25 dólares estadounidenses al día, y el 47 % de las familias sufren inseguridad alimentaria. En parte, eso se debe a una guerra civil de catorce años de duración (1989–2003) que hizo mella en la infraestructura nacional y los servicios sociales básicos.

El élder Nielsen y el élder Kyungu se sumaron al presidente y director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de EE. UU., Barron Segar, para observar el programa escolar de alimentos de producción propia patrocinado por el PMA, y dedicaron tiempo a servir la comida a los niños de la escuela de Careysburg (a unos treinta y dos kilómetros al este de Monrovia) el miércoles 17 de enero de 2024.

“Ver la expresión en el rostro de los niños cuando les dábamos la comida fue realmente increíble”, dijo Segar. “Miraban fijamente [los alimentos] porque sabían que probablemente aquella sería su única comida del día”.

Desde el año pasado, la Escuela Primaria Careysburg ha sido bendecida por esta iniciativa conjunta. Los alumnos reciben viandas calientes a diario que, dependiendo de la estación, pueden contener cultivos producidos localmente, tales como arroz, frijoles, aceite de palma roja y garri de yuca [tapioca, mandioca]. El PMA también entregó a la escuela una estufa [cocina] de bajo consumo de combustible. Los vegetales adicionales de la nueva huerta escolar patrocinada por el PMA complementan las comidas y ayudan a los niños a aprender habilidades de horticultura.

Segar dijo que la matriculación escolar se ha duplicado desde que comenzó el programa.

“Los niños están sanos, están fortalecidos y están aprendiendo”, dijo Segar. “Sin alimentos, estos niños no van a la escuela, tienen hambre y no pueden aprender”.

“Cuando veo esto, soy una persona diferente”, agregó el élder Nielsen. “Ver que todos estos jóvenes pueden recibir educación aquí en Liberia y recibir algo del tan necesario alimento me brinda gozo […]. [Los estamos ayudando] a llegar a ser algo que quizás no creían que podían llegar a ser. En estos momentos, siento que se me conmueve el corazón. Siento gran emoción en el corazón por lo que estamos tratando de hacer aquí y por lo que estamos tratando de lograr”.

El convoy del PMA y los líderes de la Iglesia también visitó las comunidades rurales del vecino condado de Bong, donde unos 750 agricultores y sus familias están aprendiendo a ser autosuficientes en la Margbeh Farmers’ Cooperative [Cooperativa de Agricultores de Margbeh].

Se trata de una de varias cooperativas de pequeños agricultores patrocinadas por el PMA en colaboración con el Ministerio de Agricultura de Liberia mediante financiamiento proporcionado por la Iglesia de Jesucristo. El centro agrícola comercial de la cooperativa contribuye a aumentar la seguridad alimentaria, la nutrición y los ingresos de los participantes.

Aliou Diongue, director nacional del PMA de Liberia, dijo que la diferencia que hay entre este momento y hace un año, antes del comienzo del proyecto nos brinda gran esperanza.

“Esos agricultores no estaban organizados en cooperativas”, dijo Diongue. “No había ninguna asociación de agricultores. No tenían tierras. Ahora podemos ver que tienen tierras, que están empezando a cultivar la tierra, y que la tierra es de su propiedad. Al cultivar la tierra, aumentan la producción”.

EL PMA brinda capacitación sobre producción agrícola. Además de proveer arroz para las necesidades de sus propias familias, los agricultores plantan, cultivan, cosechan, procesan, conservan y venden en conjunto, lo que les permite negociar los precios.

“Edificamos un centro agrícola comercial porque queremos que sean modernos. Queremos que estén conectados con el mundo. Queremos que estén conectados con la región. Queremos que estén conectados a nivel nacional, donde pueden tener una fuerte presencia en los mercados. Y este centro está equipado con toda la maquinaria”.

Uno de esos agricultores, Martin George, dijo que el trabajo arduo de sembrar, cultivar y cosechar es su pasión.

“No hay más hambre en mi casa porque la comunidad —todos— trabajamos juntos”, dijo George. “Y al final del día, vamos a la tienda minorista y obtenemos los alimentos. Estoy muy feliz porque tengo comida en mi casa. Cuando tienes comida, eres feliz”.

Además de cubrir la necesidad de alimento de las personas y propiciar hogares alegres, la autosuficiencia que genera esta iniciativa es indispensable.

“Las comunidades agrícolas cooperativas se están uniendo no solo para alimentar a las [familias], sino también para generar ingresos a fin de que puedan ser económicamente sostenibles a efectos de no necesitar la labor ni los fondos de la Iglesia ni del Programa Mundial de Alimentos”, dijo Segar.

El élder Kyungu señaló el compromiso y el trabajo arduo de las mujeres que trabajan en la granja.

“Las admiro. Comprenden bien quiénes son”, dijo el élder Kyungu. “Se nota la energía, el compromiso, el trabajo arduo. Ellas creen. Son grandes mujeres de fe. Confían en el Padre Celestial”.

El élder Nielsen dijo: “Como presidencia de Área, lo vemos con la perspectiva lo que va a suceder de diez a quince, a veinte, y a cincuenta años, y estamos tratando de poner los cimientos de los principios de autosuficiencia con todas las personas a las que lideramos”. “No queremos solo entregar donaciones sin que las personas hagan algo para mejorar. Para mí, los principios de autosuficiencia se resumen así: ‘Enséñales ahora, ayúdalos ahora’, especialmente a estos jóvenes, para que puedan llegar a ser no solo los líderes del mañana, sino también los líderes de hoy”.

Acerca del Programa Mundial de Alimentos

El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas es la organización humanitaria más grande del mundo, que salva vidas en emergencias y se vale de la asistencia alimentaria para construir caminos a la paz, la estabilidad y la prosperidad de pueblos que se están recuperando de conflictos y desastres, y del impacto del cambio climático.

El Programa Mundial de Alimentos de EE. UU., una organización del tipo 501(c)(3) con sede en Washington D. C., que apoya orgullosamente la misión del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas al procurar la ayuda de legisladores, empresas y personas de los Estados Unidos con el fin de hacer avanzar el movimiento mundial para erradicar el hambre. Nuestro liderazgo y patrocinio ayudan a promover el perdurable legado estadounidense de alimentar a las familias necesitadas de todo el mundo. Conozca más acerca de la misión del Programa Mundial de Alimentos de EE. UU en wfpusa.org.

Acerca de los Servicios Humanitarios de la Iglesia de Jesucristo

El informe anual de 2022 de la Iglesia sobre el cuidado de los necesitados muestra que la labor de la Iglesia para atender a los necesitados incluyó más de mil millones de dólares estadounidenses en gastos; 6,3 millones de horas de trabajo voluntario; y 3692 proyectos de ayuda humanitaria en 190 países y territorios.

La labor humanitaria de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días alivia el sufrimiento, fomenta la autosuficiencia y brinda oportunidades de servicio. La Iglesia sigue la admonición de Jesucristo de alimentar al hambriento y cuidar del necesitado.

Ese compromiso humanitario es posible gracias a los generosos donativos y labores voluntarias de los Santos de los Últimos Días y los amigos de la Iglesia. La Iglesia ofrece ayuda sin distinción de raza, credo ni nacionalidad. La ayuda se basa en los principios fundamentales de la responsabilidad personal, el apoyo de la comunidad, la autosuficiencia y la sostenibilidad.

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