Durante generaciones, los líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han hablado en términos categóricos acerca de los males del abuso o maltrato y la necesidad de cuidar de las personas que son víctimas o sobrevivientes de abuso o maltrato. Desde la vehemente condena de Gordon B. Hinckley, antiguo Presidente de la Iglesia, hasta las recientes palabras de sanación que ofreció el élder Patrick Kearon, de la Presidencia de los Setenta, nuestros sentimientos están claros. Hoy nos hacemos eco de esos sentimientos y enseñanzas. Se nos rompe el corazón cuando nos enteramos de cualquier caso de abuso o maltrato. No se puede tolerar y no se puede excusar. El Salvador Jesucristo desea que todos nos comportemos mejor y seamos mejores.
Para nosotros es importante que nuestros miembros y amigos comprendan cuán profundos son nuestros sentimientos en cuanto a este tema. Asimismo, es importante que tengan información precisa sobre cómo tratamos esta cuestión.
En el “Manual General” de la Iglesia se instruye a los líderes y a los miembros de la Iglesia en cuanto a sus responsabilidades relacionadas con el abuso o maltrato, de la siguiente manera:
1. Asegurarse de que se detenga el abuso sexual infantil.
2. Ayudar a las víctimas a recibir atención, incluso de terapeutas profesionales.
3. Cumplir con todos los requisitos legales para denunciar.
Desde que la Iglesia publicó su primer comunicado sobre la historia de Associated Press, muchos se han preguntado qué era lo que se había presentado incorrectamente o se había malinterpretado en su artículo. A continuación se proporcionan información y detalles para ayudar a los medios de comunicación, a los miembros y a otras personas a entender la manera en que la Iglesia trata la cuestión del abuso de menores, y en particular en relación con este caso específico.
¿En qué está equivocada la historia publicada por Associated Press?
La historia de AP presenta errores significativos en sus hechos y cronología, los cuales conducen a conclusiones erróneas.
Estamos desconcertados en cuanto a los motivos por los cuales una agencia de noticias tan respetada como Associated Press podría cometer errores tan graves al informar y editar.
Cada uno de los hechos que se mencionan a continuación se encuentra en los archivos públicos del caso pendiente y se toman del testimonio jurado de Leizza Adams, la madre de las víctimas. Se remitió a la Associated Press a esas declaraciones antes de que publicara su primera historia, pero la agencia decidió no incluir ninguna de ellas. Esas declaraciones, a las que Associated Press tenía acceso y con las cuales estaba familiarizada, constituyen la fuente de los hechos siguientes:
A finales de 2011, Paul Adams hizo una confesión limitada a su obispo acerca de un solo incidente de abuso de una hija en el pasado. Luego, el obispo llamó a la línea telefónica de ayuda, donde se le aconsejó cómo cumplir plenamente con los requisitos legales de Arizona en materia de denuncias. De conformidad con ese consejo, desde ese momento en adelante, el obispo trató repetidamente de intervenir e instar a que se denunciara, incluso de las maneras siguientes:
- Aconsejar a Paul Adams que se arrepintiera y buscara ayuda profesional.
- Pedir a Paul Adams que confesara ante las autoridades (él se negó a hacerlo y también se negó a dar permiso al obispo para que denunciara).
- Alentar a Leizza, la esposa de Paul Adams, a que denunciara (ella se negó a hacerlo y más tarde estuvo en prisión por sus acciones).
- Alentar a Paul Adams a mudarse de su casa (lo cual hizo provisionalmente).
- Insistir a Leizza para que buscara terapia profesional para Paul y sus hijas, lo cual desencadenaría una denuncia obligatoria (se negaron a hacerlo).
-En 2013, Adams fue excomulgado por su comportamiento y perdió su condición de miembro de la Iglesia.
-Antes y después de su confesión limitada, Paul rara vez asistía a la Iglesia o hablaba con los líderes.
-No fue sino hasta 2017, casi cuatro años después, cuando los líderes de la Iglesia descubrieron, a través de artículos publicados en los medios de comunicación, el alcance del abuso, que el abuso había continuado y que involucraba a una segunda víctima nacida después de la excomunión de Paul.
El relato de AP hace caso omiso de esta cronología y secuencia de los acontecimientos e insinúa que todos esos hechos fueron conocidos por un obispo ya en 2011, una conclusión claramente errónea.
La insinuación de que la línea de ayuda se utiliza para “encubrir” el abuso es completamente falsa.
-La razón de ser de la línea de ayuda de la Iglesia para casos de abuso o maltrato es proteger a los niños y no tiene nada que ver con el encubrimiento. Existe desde hace más de un cuarto de siglo y su propósito es:
- Cumplir con las diversas legislaciones en materia de denuncia de abuso de menores en los cincuenta estados y todas las provincias de Canadá, ministrando las necesidades de las víctimas y sus familias en la medida de lo posible y, al mismo tiempo, denunciar el abuso de conformidad con la ley.
- Instar a las víctimas, a los familiares y a los autores del abuso o maltrato a buscar terapia profesional y a que ellos mismos denuncien el abuso o maltrato.
- Denunciar directamente el abuso o maltrato a las autoridades, independientemente de las excepciones legales contempladas en los requisitos en materia de denuncia, cuando se sepa que un menor está en peligro inminente. La línea de ayuda informa de manera rutinaria a las autoridades sobre casos de abuso de menores. La línea de ayuda ha sido elogiada con frecuencia por expertos externos que la conocen.
-Aun cuando no se exija la denuncia, o incluso esté prohibida por la ley (debido a que la confesión es “propiedad” del confesor), la línea de ayuda alienta a los líderes a buscar maneras de asegurarse de que se cumplan estos tres objetivos.
-Las personas que prestan servicio en la línea de ayuda también son padres/madres y abuelos, entre ellos se encuentran antiguos investigadores gubernamentales y fiscales de casos de abuso de menores. Y algunas de esas personas son ellas mismas sobrevivientes de abuso o maltrato. La idea de que pudieran incentivar el encubrimiento de abuso o maltrato de menores es absurda.
Conclusión
Nos esforzamos por seguir las enseñanzas de Jesucristo, quien habló poderosa y repetidamente sobre el preciado valor de los niños y condenó a quienes los maltrataban. Estos son los ideales que caracterizan nuestro entendimiento y nuestro enfoque en cuanto a la cuestión del abuso de menores. Lo que les sucedió a las niñas Adams en Arizona a manos de sus padres es enfermizo, desgarrador e inexcusable.
La Iglesia ha publicado una respuesta firme porque esta es una cuestión en la cual no se debe andar con rodeos, ni debe haber el más mínimo atisbo de apatía o tolerancia ante cualquier insinuación de que estamos siendo negligentes o no estamos haciendo lo suficiente en cuanto a la cuestión del abuso de menores. Este asunto nos genera mucho pesar y resulta profundamente ofensivo para todo aquello que valoramos. No vamos a cruzarnos de brazos mientras otras personas describen de forma errónea o distorsionan por completo la labor y los compromisos a largo plazo de la Iglesia. Tampoco toleraremos que Associated Press, ni ningún otro medio de comunicación, cometa errores tan graves con respecto a los detalles de un incidente tan trágico y terrible como lo que ocurrió en Arizona. Nos esforzamos constantemente por ser mejores y hacer más, e invitamos a otras personas a unirse a nosotros en esos esfuerzos.
Presidente Gordon B. Hinckley
“Innumerables menores claman con temor y soledad por las malvadas consecuencias de la transgresión moral, el descuido y el maltrato. Hablo con claridad, quizá con falta de delicadeza, pero no sé de qué otro modo dejar en claro un asunto que me acongoja intensamente […].
“Existe el espantoso, inexcusable y maligno hecho del abuso o maltrato físico y sexual.
“Es innecesario, no está justificado y es indefendible […].
“Existe la terrible y perversa práctica del abuso sexual. Excede la capacidad de comprensión, es una afrenta a la decencia que debe existir en todo hombre y en toda mujer, es la violación de lo que es sagrado y divino, es destructivo en la vida de los niños y es reprobable y digno de la más rigurosa condenación” (presidente Gordon B. Hinckley, Salvemos a los niños, Conferencia General de octubre de 1994).
Élder Patrick Kearon
“No hay lugar para ningún tipo de abuso —ni físico, sexual, emocional ni verbal— en ningún hogar, país ni cultura […].
“El abuso o maltrato no fue, ni es, ni jamás será culpa de ustedes. No importa que el abusador o cualquier otra persona pueda haber dicho lo contrario. Si han sido víctimas de crueldad, incesto u otra perversión, no son ustedes quienes tienen que arrepentirse. Ustedes no son los responsables.
“No son menos dignos ni menos valiosos ni menos amados como seres humanos, ni como hijas o hijos de Dios, por lo que otra persona les haya hecho.
“Ni ahora ni nunca Dios los ha visto ni los verá como alguien a quien despreciar. Sea lo que sea que les haya sucedido, Él no se avergüenza de ustedes ni está decepcionado con ustedes. Los ama de un modo que ustedes aún no han descubierto; y lo descubrirán conforme confíen en Sus promesas y aprendan a creerlo cuando Él les dice que ustedes son ‘de gran estima’ ‘ante [Sus] ojos’” (élder Patrick Kearon, Podemos ser más que vencedores, Conferencia General de abril de 2022).