Nota de prensa

Los Centros de bienvenida de la Iglesia ayudan a los inmigrantes a llevar una vida mejor

Estas operaciones realizadas por voluntarios tienen lugar a lo largo de toda Norteamérica

Cuando Dan y Lorrie Curriden contemplan el rostro de los inmigrantes a los que prestan servicio en Las Vegas, ven la valentía de sus propios abuelos inmigrantes.

Ya fuere que seamos nuevos inmigrantes o que haya cinco generaciones entre nosotros y nuestros antepasados inmigrantes, Dan dice que “todos nos beneficiamos del hecho de que alguno de nuestros antepasados tuviera el valor de dejar el lugar de donde provenía para zambullirse a lo desconocido y buscar una vida mejor para sus hijos en este gran país”.

Los Curriden son voluntarios en un Centro de bienvenida de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la zona este de Las Vegas. Se trata de uno de los más de doce centros de ese tipo presentes en siete estados y en una provincia canadiense. Todos ellos son parte de la Iniciativa de Servicios al Inmigrante de la Iglesia, la cual ha ayudado desde 2015 a inmigrantes y refugiados a integrarse en sus nuevas comunidades.

Dan y Lorrie, junto con muchos otros voluntarios, ayudan a los inmigrantes a procurar acceso a los servicios legales de la comunidad, a mejorar su inglés, a fortalecer la resiliencia emocional, a progresar en el camino para lograr la ciudadanía y a comprender mejor la cultura estadounidense, a fin de que puedan obtener un empleo mejor y llevar una vida mejor. Los servicios legales se prestan en colaboración con las facultades de derecho de las universidades locales; y todos esos servicios son gratuitos para los inmigrantes.

“Conectamos a nuestros usuarios con los recursos de la comunidad que podrían necesitar, sea cual fuere tal recurso”, dice Lorrie. “Es magnífico ofrecer una lista completa de servicios basándonos en lo que las personas necesitan no bien llegan a nosotros. Nuestro objetivo es ayudarles a determinar cuáles son sus áreas de mayor necesidad y decidir la manera en que podremos ayudarles”.

Debido al alto número de personas hispanas en Las Vegas (700 000 aproximadamente; es decir, alrededor de 1 de cada 3 residentes), el Centro de bienvenida está adaptado para prestar servicio a dicha población.

La hermana Arianna Mestre, de Venezuela, es una misionera que ha aprendido inglés en su misión en la región occidental de los Estados Unidos, y ayuda a los inmigrantes de Las Vegas a mejorar su inglés.

Se siente muy bien [ayudar a las personas]”, dice. “Es la razón por la cual salí a la misión: amar y servir. Ha sido maravilloso; me gusta mucho conocer a personas nuevas todas las semanas, así como también ver a las mismas personas venir y verlas progresar en el idioma inglés. Es muy, muy bueno ayudarlas”.

Además de los cursos de inglés, Juana Guzmán, una usuaria de Las Vegas, dice que el curso sobre inmigración le ayudó a comprender las demoras en el procesamiento de su documentación [de ciudadanía].

“Me ayudará mucho, pues estoy esperando recibir la residencia permanente”, dice. “Me ha ayudado a entender los plazos y que [los trámites de] inmigración se demoran aún más debido al COVID”.

En el Centro de bienvenida de Mesa, Arizona, que también presta servicio a la comunidad hispana, la coordinadora del programa, Dinorah Alfaro Graham, dice que los beneficiarios del centro a veces han descrito a los voluntarios como ángeles, lo cual los hace sentir humildes. “[Es] una gran responsabilidad ver que somos instrumentos de Dios”, dice Graham. “Al llegar aquí y ver a todas las personas que venían, me sobrevino un fuerte sentimiento que me testificó: ‘Estas son las personas con las que debes trabajar’”.

Una de ellas es Gesseca Hooeer, de Ecuador, quien afirma que bien puede decirse que hallar el Centro de bienvenida de Mesa fue un milagro.

“[Apenas llegué a los Estados Unidos] buscaba fuentes de ayuda a mi alrededor [que contribuyeran] a que aprendiera el idioma junto a otras personas como yo”, dice. “Esta fue mi última opción, aunque resultó ser la mejor opción; la mejor decisión”.

El centro ha caído como regalo del cielo para Ernesto Cabello, de México, quien llegó a los Estados Unidos hace un año y medio para ayudar a su hija y a su familia estadounidense recién formada. Dice que está agradecido por la calidez y la bondad propias de una familia que ha encontrado en el Centro de bienvenida, así como por los progresos que ha hecho en el idioma inglés.

“Las personas son muy amigables en general y están dispuestas a hablar y ayudar. Si tenemos dificultades, ellas están dispuestas a ayudar de alguna manera”, dice Cabello. “Es agradable congeniar con los maestros; son muy dedicados y tienen devoción por su misión. Tienen gran conocimiento. Disfruto de estudiar inglés aquí”.

En 2020, la cantidad de inmigrantes que sirvieron en los Centros de bienvenida aumentó en más del 15 %, gracias a la tecnología. En lo que respecta al futuro, los centros de bienvenida seguirán ofreciendo servicios en persona y virtuales.

“Esta es una magnífica oportunidad de bendecir la vida de las personas hispanas”, dice el élder Robert Jeffrey Parker, que es Setenta de Área del Área Norteamérica Suroeste. “Ya sea en lo concerniente a la historia familiar, en lo concerniente al empleo, en lo concerniente a la recuperación de adicciones, en lo concerniente a las aptitudes y ayudas para la vida, serán bendecidos de muchísimas maneras […]. Todos los que participen en este proceso saldrán […] entusiasmados, elevados y edificados, pues lo que están haciendo es la labor que Cristo quiere que hagan”.

Otro Setenta de Área, el élder Broc Hiatt, dice que debemos ver mucho más allá del aspecto político y reconocer la identidad esencial de las demás personas, especialmente de los inmigrantes.

“No importa cómo han llegado aquí”, dice el élder Hiatt. “Nuestra preocupación es que son hijos del Padre Celestial y que necesitan ayuda. Nosotros podemos proveerla y hemos hecho convenio de hacerlo. Sencillamente estamos aquí para amar a los hijos del Padre Celestial y proporcionarles la ayuda que Él les proporcionaría si estuviera aquí”.

La hermana Curriden, de Las Vegas, dice que este servicio se trata, fundamentalmente, de vivir tal como Jesucristo vivió.

“El Salvador anduvo haciendo bienes”, dice. “Enseñaba las Escrituras, pero además alimentaba a las personas y también las sanaba. Bendecía sus vidas tanto temporal como espiritualmente. En eso creo, en verdad, que consiste nuestra misión: en hacer Su obra y seguir al Espíritu, y en amar a las personas en Su nombre”.

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