En una época en que muchos han abandonado la religión organizada, una reunión en el Almacén Central del Obispo de Salt Lake City demostró el poder de congregarse para una buena causa.
A fin de conmemorar el décimo aniversario de su estrecha relación con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y el Programa Mundial de Alimentos de EE. UU., La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días organizó un proyecto de servicio el jueves 8 de febrero de 2024. Los líderes de las tres organizaciones se unieron a más de 200 jóvenes adultos solteros locales a fin de preparar más de 4300 cajas de alimentos para las despensas a lo largo de Wasatch Front.
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“Los jóvenes de hoy quieren ser parte de algo significativo”, dijo el obispo L. Todd Budge, Segundo Consejero del Obispado Presidente de la Iglesia. “Les da un descanso de las redes sociales para hacer algo positivo. Los deja con una sonrisa en el rostro”.
“Soy muy optimista respecto al futuro”, agregó Camille N. Johnson, Presidenta General de la Sociedad de Socorro de la Iglesia. “Son jóvenes abiertos que entienden su entorno. Están buscando oportunidades para bendecir a sus hermanas y hermanos. Están orientados a la comunidad y están motivados por el amor a Dios y el amor por el prójimo. El futuro es brillante”.
Sharon Eubank, directora de los Servicios Humanitarios de la Iglesia, dijo que la reunión del jueves responde a la pregunta: “¿Por qué necesito una religión organizada?”.
“Esto es lo que hace la religión organizada”, dijo Eubank. “Nos permite ser buenos a escala y luego asociarnos con otras personas que son buenas a escala. Así que, si tienen un deseo en el corazón y pueden ser parte de algo que es mucho más grande que ustedes, el impacto crece”.
El prestar servicio a otras personas en el “sofisticado” Almacén Central del Obispo recordó al presidente y director ejecutivo del PMA de EE. UU., Barron Segar, la gran labor que realiza el PMA con la ayuda de otras organizaciones como la Iglesia de Jesucristo.
“[Esta es] una cadena de suministros en su máxima expresión”, dijo Segar, quien recientemente regresó de un viaje a Liberia para ver la manera en que el PMA y la Iglesia están luchando contra el hambre y fomentando la autosuficiencia en ese país. “Fue un día que me recordó por qué somos buenos juntos. Ambos somos expertos en las cadenas de suministros”.
Christine Todd Whitman, miembro de la mesa directiva del PMA de EE. UU. y exgobernadora de Nueva Jersey, dijo que el almacén es “algo increíble”.
“La cantidad de alimentos que se distribuye desde aquí y desde [otros almacenes del obispo] es realmente asombrosa”, dijo Whitman. “En diez años se ha producido una unión asombrosa. Es simplemente una gran familia y todos estamos haciendo lo que nos importa: ayudar a las personas y en particular a las vulnerables, a las personas que están pasando hambre. Sabemos que la necesidad es muy grande, mucho más grande de lo que cualquiera de nosotros puede manejar individualmente. Sin embargo, juntos, podemos lograr un gran impacto”.
Este proyecto de servicio surgió como resultado de un anuncio a principios de esta semana de que la Iglesia y el PMA están financiando conjuntamente un centro de respuesta ante emergencias en Barbados.
El proyecto, que permitirá una respuesta más rápida ante desastres naturales por parte del PMA y otras organizaciones en todo el Caribe, es posible gracias a una contribución de 4,3 millones de dólares estadounidenses: 2 millones por parte de la Iglesia y otros 2,3 millones por parte del Programa Mundial de Alimentos de EE. UU. El centro de operaciones se completará este verano.
Whitman dijo que el centro de operaciones ayudará a dar a los necesitados un sentido de seguridad.
“[Este centro] les permite permanecer en sus hogares, donde quieren estar”, dijo Whitman. “Quieren quedarse en sus países de origen, pero muchos de ellos no pueden hacerlo porque no pueden sostenerse a sí mismos”.
La Iglesia y el PMA han unido sus fuerzas para prestar servicio desde 2014. Hace poco, demostramos cómo esta colaboración está reduciendo la inseguridad alimentaria en Liberia, un país que aún trata de superar una guerra civil de catorce años (1989–2003) que destruyó la infraestructura nacional y los servicios sociales básicos.
El PMA ha utilizado fondos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (incluida la donación de 32 millones de dólares estadounidenses realizada por la Iglesia en 2022) para proporcionar alimentos y otro tipo de ayuda crucial a las personas más vulnerables del mundo, entre las que se encuentran madres y niños pequeños, en cuarenta y seis países.
Esta relación entre el PMA y la Iglesia de Jesucristo tiene lugar en un momento crítico. Alrededor de 333 millones de personas en todo el mundo afrontan hambre severa, con cuarenta y siete millones al borde de la hambruna. No obstante, la financiación gubernamental para labores humanitarias está disminuyendo, lo que obliga al PMA a sacar el mayor provecho de cada dólar a fin de ayudar al mayor número de personas posible.
Sin una red de apoyo dedicada (la cual incluye a la Iglesia), el PMA no podría atender las necesidades de las comunidades más vulnerables del mundo.
“[Esta colaboración] ciertamente me ha inspirado”, dijo Segar. “Si pudiera subir mañana a la cima de una montaña y gritar acerca del buen trabajo que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está haciendo, lo haría. Lamentablemente, el hambre es difícil de erradicar”.