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En Honor al Día de los Derechos Humanos

Tercero de una serie de cinco partes sobre por qué la fe es importante para la sociedad

"Esta es una gran afirmación de la posibilidad de superar el conflicto por medio de la razón y la buena voluntad". — Mary Ann Glendon

Hoy hace sesenta y seis años se proclamó mundialmente un documento que establece nuevos horizontes para las relaciones humanas. Este documento se llama la Declaración Universal de derechos humanos y fue la primera expresión global de su clase.

Líderes de diversas naciones, culturas, religiones y sistemas políticos se unieron para establecer normas de humanidad que se aplican a todos, en todas partes. Desde sus primeras líneas esta declaración proclama que "la dignidad inherente" y "la igualdad de derechos inalienables de todos los miembros de la familia humana" son el "Fundamento de la libertad, la justicia y la paz mundial".

Construido en las cenizas de la segunda guerra mundial y el Holocausto, esta declaración representa una aspiración colectiva para desarrollar "las relaciones amistosas entre las Naciones" y sacar lo más elevado y lo mejor en nuestra civilización común aquí en la tierra.

¿Cuál es el problema de los derechos humanos?

Cada persona, independientemente de su religión, raza, género o nacionalidad, posee derechos fundamentales simplemente por ser un ser humano. Incluyen el derecho a la vida, libertad, seguridad, igualdad de protección ante la ley y la libertad de pensamiento, expresión y religión.

Estos derechos humanos protegen a los débiles de los abusos de la tiranía. Actúan como una defensa y árbitro entre el individuo solitario y la concentración del poder. Estas normas y principios desafían la tendencia natural a dominar el uno al otro. Los derechos humanos nos ayudan a ir más allá de la dañina idea que la fuerza siempre tiene la razón.

La solidez de la declaración universal radica no tanto en la aplicación de estos derechos sino en su papel como un maestro que forma ideales y moldea incentivos hacia el bien común. Los derechos humanos refuerzan nuestras obligaciones hacia el uno al otro y dan dignidad a como trabajamos, como adoramos, como interactuamos con nuestras comunidades y como criamos a nuestras familias. En consecuencia, los derechos humanos complementan nuestro compromiso cívico y democrático. Derechos sin las relaciones y responsabilidades por si solos no pueden ir tan lejos.

Mantener la fe, en privado y en público

El artículo 18 de la declaración es breve pero poderosa: "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad para cambiar de religión o de creencia y, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia “.

La libertad de religión no es sólo un concepto abstracto que flota en las mentes de los abogados y legisladores. Por el contrario, se mueve y crece en el terreno común de nuestra vida cotidiana. Llevamos nuestras creencias a todas partes que vamos. Forman lo que somos y nos llevan a compartirlas con otras personas. Queremos influir en nuestras comunidades y el mundo que nos rodea. De esta manera, nuestras vidas privadas y públicas están entrelazadas. Es una pequeñísima libertad, de hecho, la que nos permite practicar y expresar nuestra fe en la intimidad de nuestra propia casa o iglesia, pero no en el intercambio abierto en público.

El legado de la declaración universal

El establecimiento de los derechos humanos es un logro por el cual debemos estar orgullosos. Juegan un papel vital en la solución de conflictos y las diferencias tan frecuentes en nuestro mundo pluralista. Ayudan a mantenernos en la misma página entre civilizaciones. Los objetivos que promueven ennoblecen la existencia humana, inspirar la decencia ya fomentar la rendición de cuentas.

La jurista Mary Ann Glendon explicó: "prácticamente cada Constitución en el mundo que tiene una carta de derechos ha sido modelada o influida de alguna manera por la que es la base de principios que se consideran fundamentales, por la Declaración Universal de derechos humanos. Esta declaración ha influido en el marco legal y las normas morales de muchos países alrededor del mundo. Y continúa poniendo las relaciones internacionales en una mayor igualdad de condiciones.

El mundo está lejos de ser perfecto en honor a los derechos humanos. Todavía ocurren injusticias y atrocidades, pero la declaración universal le permite prevenirlas, contenerlas o disminuirlas. Como todas las cosas que vale la pena mantener, los derechos humanos siempre requerirán nuestra fe y vigilancia.

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