En los últimos dos meses, Kym Reichart y Raphaela Hasse, de Schwabmünchen, Alemania, han entregado muchas veces suministros de socorro en una capilla de Leópolis, Ucrania.
El salón parroquial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Leópolis sirve no solo como un punto de recolección sino, según Reichart, como un lugar donde las personas “pueden cobrar fuerzas antes de continuar hasta la frontera, ya que la mayoría de los refugiados solo se quedan por dos o tres noches”.
Cuando Reichart se enteró por un comerciante local de la necesidad de conductores que transportaran suministros a Ucrania, se sintió impelida a ofrecer sus servicios. Su padre ayudó con el puente aéreo de Berlín en 1949.
Ella y Raphaela se turnaron para conducir las catorce horas en una furgoneta privada desde Alemania hasta la ciudad fronteriza de Leópolis y luego otra hora para llegar al edificio de la Iglesia. Reichart lo considera una bendición el que estuviera manejando un transporte privado, ya que las furgonetas alquiladas no pueden cruzar la frontera. Una vez allí, obtuvo la información de contacto del presidente Aleksandr Cheban, de la Misión Ucrania Kiev/Moldavia. Él le hizo saber a Reichart exactamente lo que los refugiados necesitaban. Al principio, eran sacos de dormir, colchones, mantas y tendederos para secar ropa. Ahora son alimentos enlatados y suministros médicos.
Algunos de los refugiados que llegan diariamente a Leópolis y a Dnipró están exhaustos emocional y físicamente debido al traumatizante viaje por una zona de guerra. Muchos están malnutridos y necesitan un lugar seguro para descansar antes de continuar hacia nuevos destinos.
“Cada salón del edificio de la Iglesia se ha transformado, incluso el área sacramental, para albergar a los refugiados”, dijo Reichart, quien dirige a las mujeres de su congregación alemana. Los líderes locales de la Iglesia y los miembros de Leópolis van todos los días a limpiar y ayudar. Incluso la pila bautismal se ha convertido en una zona de duchas con horarios para su uso.
En colaboración con otras agencias humanitarias, también se distribuyen suministros de socorro desde el edificio de la Iglesia en Leópolis. Una mujer que ha vivido en Leópolis y que antes sobrevivió a la catástrofe nuclear en Chernobyl limpia el salón parroquial todos los días para los refugiados que llegan, y lo hace a pesar de sus discapacidades. Reichart dijo que un autobús de Polonia ofrece transporte gratuito para los refugiados que van a ese país. La compañía de autobuses dice a los refugiados que si pueden llegar a Leópolis, se les puede alimentar y refugiar en el edificio de la Iglesia antes de viajar a Polonia.
Reichart dijo que desea que los Santos de los Últimos Días de todo el mundo sepan lo que está sucediendo.
“Al vivir en un lugar seguro, espero que no nos sintamos cómodos con nuestra seguridad”, dijo ella. “La necesidad sigue ahí y no desaparece a corto plazo. Es un largo camino para muchos”.
Las estacas (diócesis) de Alemania, Suiza y Austria se han asociado con ramas (congregaciones
más pequeñas) para satisfacer las necesidades específicas de los refugiados que viajan hacia fuera de Ucrania. Los líderes de rama pueden comunicarse con las estacas asociadas en cuanto a lo que se necesite y dónde se necesite, y los miembros pueden responder adecuadamente.
Por lo general, los refugiados toman una ruta hacia el norte, el centro o el sur de Ucrania con centros de acopio disponibles en las fronteras o cerca de ellas y un almacén en Alemania donde se almacenan suministros de ayuda humanitaria. Las estacas han proporcionado transporte, suministros y alojamiento por períodos breves para los voluntarios miembros. Algunos centros de reuniones de la Iglesia se han convertido en lugares para que los Santos de los Últimos Días y amigos tengan un respiro en su huida de Ucrania y, si lo desean, una futura integración social en nuevas comunidades. Surgen muchas oportunidades para entrar en contacto con organizaciones benéficas locales y especialmente para amar, compartir e invitar.
“Nos llena de humildad el formar parte del almacén del Señor aquí en Europa, que permite que la organización práctica de la Iglesia satisfaga algunas de las necesidades de los miembros y amigos de todo el mundo”, concluyó Reichart. “El almacén del Señor se compone de personas que voluntariamente dedican su tiempo, talentos, habilidades o medios materiales para ayudar a los demás. Son personas que sirven con compasión y caridad semejante a la de Cristo, independientemente de su raza, religión o situación.
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