Misioneros en acción: Servicio que transforma comunidades

El servicio voluntario es la columna vertebral de la labor humanitaria de bienestar y autosuficiencia que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días realiza en todo el mundo. Los 80 000 misioneros de la Iglesia se encuentran entre estos dedicados voluntarios.

Estos misioneros sirven en las 450 misiones de la Iglesia en todo el mundo, donde desempeñan una función clave en las labores de servicio a la comunidad, limpieza tras un desastre y proyectos relacionados con las operaciones de bienestar y autosuficiencia de la Iglesia.

El poder de este esfuerzo colectivo se ha puesto de manifiesto en los últimos meses. En mayo de 2025, en Pasadena, California, la Iglesia organizó en su centro de estaca de Pasadena un centro de recuperación de los desastres causados por los incendios forestales que duraron seis días. Esta colaboración con la Cruz Roja Americana, la Red de Emergencia de Los Ángeles (ENLA, por sus siglas en inglés) y la red de proveedores de ENLA apoyó a aproximadamente 2500 hogares afectados por los incendios forestales del sur de California en 2025.

Los jóvenes misioneros estaban allí para ayudar, ofreciendo la esperanza que muchas de las víctimas de los incendios necesitaban. Mediante sus acciones desinteresadas, estaban cultivando algo bueno y duradero.

Kevin Cox, director ejecutivo y fundador de Hope Crisis Response Network, una de las organizaciones presentes, observó: “Creo que nunca he conocido a un misionero que haya dicho la palabra ‘no’. Su actitud reflejaba algo como: ‘Resolveremos esto. Veamos cómo podemos hacerlo’. La Iglesia tiene que estar muy orgullosa de sus misioneros. Cuando envían a estos jóvenes al mundo, aprenden muchas lecciones de vida, pero también están sembrando una excelente semilla. Y eso es lo que necesitamos en nuestro país”.

Los misioneros también estuvieron allí tras los trágicos huracanes Helene y Milton, que azotaron el sureste de los Estados Unidos a finales de septiembre y principios de octubre de 2024. Tras las tormentas, 21 284 voluntarios de la Iglesia se movilizaron durante seis semanas en cinco estados para ayudar. Con sus conocidas camisetas amarillas, sirvieron a sus vecinos en Carolina del Norte y del Sur, en Florida, en Georgia y en Tennessee.

“Fue impactante ver la devastación causada a las propiedades, pero más importante aún a las familias y a las personas”, dijo el élder Ahmad Corbitt, de la Presidencia del Área Norteamérica Sureste de la Iglesia. “La consagración de tiempo por parte de nuestros miles de miembros y misioneros de tiempo completo, junto con los alimentos, el agua y muchos otros productos básicos proporcionados por la Iglesia, han ayudado a nuestros amigos y vecinos en todo el sur. Todo formó parte de vivir los dos grandes mandamientos del Salvador [amar a Dios y amar a los demás] y fue inspirador. Personalmente, vi esperanza y lágrimas de gozo en los rostros de los agradecidos beneficiarios”.

El servicio misional eleva a las comunidades de otras maneras importantes. Por ejemplo, en 2022, los misioneros se unieron a otros voluntarios en un importante proyecto con la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) en San Francisco. Juntos, instalaron un sistema de riego en la granja comunitaria Florence Fang, que proporciona alimentos frescos a una comunidad diversa y desatendida que habita en un desierto alimentario.

“Este es un día maravilloso”, dijo el élder Patrick Kearon, quien entonces era miembro de la Presidencia de los Setenta. “Provenimos de todo tipo de orígenes, etnias y culturas y todos estamos aquí trabajando juntos para hacer de este extraordinario huerto un lugar mejor. El verdadero beneficio hoy es el de trabajar juntos. Mientras la sociedad en general muestra tantas divisiones, esto está uniendo a todo tipo de personas y estamos encantados de ser parte de ello”.

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Se pueden encontrar ejemplos similares de servicio misional en todo el mundo. A principios de este año, en Filipinas, por ejemplo, los misioneros participaron en una misión médica organizada por una congregación en Barangay Mintal, en la ciudad de Davao. El evento proporcionó a los miembros de la comunidad servicios gratuitos de salud física y mental.

“Esta misión médica es un magnífico ejemplo de lo que significa cuidarnos unos a otros”, dijo Yolanda Villaflor, miembro de la Asociación Garden Villas Senior Citizen.

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En abril, los misioneros en Costa Rica participaron en un día de servicio. En colaboración con la Asociación Obras del Espíritu Santo, miembros de la Iglesia y misioneros limpiaron un parque infantil y la parroquia católica de San José.

En Papúa Nueva Guinea, los misioneros fueron esenciales para ayudar a los damnificados por las inundaciones en la isla de Parama en octubre de 2024. Cuando una barcaza y los botes inflables que la acompañaban llegaron a la isla con alimentos, agua, filtros de agua y lonas, el agua era demasiado baja para que los barcos llevaran los suministros a la aldea. Lo más cerca que podían llegar era a un kilómetro de la costa.

Durante toda la tarde del 29 de octubre, los aldeanos y los misioneros caminaron de un lado a otro a través de dos kilómetros de pozas de marea para llevar los suministros a la costa y a las agradecidas familias que los recibieron.

En julio de 2024, los misioneros ayudaron en las labores de limpieza en Saas-Grund, Suiza, después de las devastadoras tormentas.

“Ver cómo nuestro trabajo mejora la vida de las personas aquí fue muy conmovedor”, dijo el élder Tobias Kroes. “En lugar de nuestras tareas diarias, pudimos lograr algo realmente significativo al unir fuerzas”.

“Nunca imaginé lo gratificante que podría ser cargar piedras todo el día”, dijo el élder Leon Radtke.

En Roma, los misioneros y los Santos de los Últimos Días locales dedican un día a la semana a preparar y servir comidas calientes para las personas sin hogar en una cocina benéfica de la Parrochia del Santissimo Redentore. En Navidad, preparan bolsas de regalo con dulces y otros artículos.

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Todo servicio en el que participan los misioneros se basa en el deseo de seguir los dos grandes mandamientos de Jesucristo: amar a Dios y amar a nuestro prójimo.

“El Salvador ama a todos los hijos de Dios independientemente de sus circunstancias socioeconómicas, raza, religión, idioma, orientación política o nacionalidad, o cualquier otro grupo. ¡Nosotros deberíamos hacer lo mismo!”, dijo el élder Dieter F. Uchtdorf. “La mayor recompensa de Dios se destina a los que prestan servicio sin esperar recompensa. Se destina a los que sirven sin hacer alardes, a los que en silencio van buscando maneras de ayudar a los demás; a aquellos que ministran a los demás simplemente porque aman a Dios y a Sus hijos”.